La idea de acercar el EVA a la estación de El Prat significa adelantarse a la liberalización de la gestión privada de la Alta Velocidad y, sobre todo, abrir la puerta a un potencial mercado de viajeros que, sin ir y venir de Barcelona a Madrid a hacer negocios, quiere viajar constantemente y en el mejor tren posible.
Siempre he creído que El Prat tenía terrenos y capacidad para ser la gran terminal ferroviaria de Barcelona, y no la Sagrera, pero que por razones "estratégicas" se quedó en el camino de ganar esa carrera contrarreloj en la que Sants se quedaba atrás con el paso del tiempo. Y sin embargo ganó quien ganó y unas obras interminables no le han permitido a la terminal ganadora demostrarnos toda su capacidad y excelencia.
Ahora surge un nuevo proyecto que mantiene en el calendario una fecha atractiva, mediados del 2019. Si se cumplen los plazos y no surgen nuevos imprevistos, la gente viajará en tren de gran velocidad y a un precio razonable sin tanta estética ejecutiva y más colorido social.
Si además la idea se expande a otros lugares de España, tendremos más motivos para felicitarnos por que a los gestores de Renfe se les haya ocurrido una idea inteligente.
Veremos.
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