Edmundo Font: "México recibió a los españoles con los brazos abiertos durante la Guerra Civil"

Catalunya Press ha aprovechado la visita de Edmundo Font a Barcelona para conversar con él. Escritor, poeta, pintor y diplomático mexicano, fue Cónsul General de México en la Ciudad Condal de 1992 a 1995.

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Edmundo font

 


Catalunya Press ha aprovechado la visita de Edmundo Font a Barcelona para conversar con él. Escritor, poeta, pintor y diplomático mexicano, fue Cónsul General de México en la Ciudad Condal de 1992 a 1995.


Font guarda un buen recuerdo de sus años en Catalunya, donde tiene parte de sus raíces y a la que siempre le gusta volver.


- ¿Cuál es el motivo de su visita?


Para mí es siempre algo entrañable poder volver a Barcelona, a Catalunya, a donde vengo desde que tengo cierto uso de razón. Porque mi familia viene de Girona, mi abuelo está enterrado en Sant Andreu. Y tuve la fortuna de ser Cónsul General de México en Barcelona, en la época de las Olimpiadas. Esa ocasión me permitió establecer una bella red de amigos, intelectuales, gente de la empresa privada y políticos catalanes bastante prominentes. Y de los amigos intelectuales quedan algunos importantes. Se han ido otros como Jaime Camino, para mí el gran cineasta que hizo parte de la memoria de la época del franquismo. La última película, como ustedes saben fue fundamental: 'Las largas vacaciones del 36'.


Esta ocasión vengo a Barcelona invitado por el Consulado de México, enviado por la Cancillería mexicana a dar conferencias para conmemorar los cien años del gran maestro, musicólogo, pintor, intelectual, de alguna manera, embajador oficioso en la época en la que no había relaciones con México, Salvador Moreno. Moreno vino a Europa después de una sólida formación musical en México; descubre en los años 40-50, Barcelona, decide establecerse aquí y se vuelve una especie de puente entre Catalunya y México.


Él fue autor de una de las grandes óperas latinoamericanas, 'Severino', basada en un libreto de Joao Cabral de Melo Neto, que fue cónsul de Brasil acá. Lo significativo es que la ópera de Salvador Moreno la canta por primera vez en el Liceo un joven que se llama Plácido Domingo, hace 50 años. Ustedes verán que hay mucho material para rendir homenaje a un hombre que entregó su vida, porque era un hombre sin aspavientos, era un ser humano de una tolerancia y de un don de gentes en su sencillez extraordinario.


Moreno vivía en ese edificio, de triste memoria arquitectónica que hizo José María de Porcioles en la Barceloneta, y tenía el mar Mediterráneo enfrente. Un hombre que fue amigo de Rosa Chacel, amigo de los grandes poetas españoles en México. Solo un ejemplo de esos puentes que existieron entre México y Catalunya. 


- Una Catalunya que lleva usted muy dentro. Porque en su familia hay una historia de idas y venidas de Catalanya a México...


Sí, mi abuelo nació en Girona, de apellido Font Aleixandre. Y se va a Yucatán. Y allí colabora en la construcción del puerto del Progreso, un puerto encantador, muy pequeño, un muelle. Y luego hace la vía férrea de Escárcega a Mérida. Pero en aquella época llega un gobernador socialista, el primero del continente en América Latina, llamado Carrillo Puerto, conocido en el mundo porque se enamora de Alma Reed, que junto con John Reed, fueron los dos grandes periodistas que cubrieron desde la Revolución Mexicana hasta la Revolución Soviética. no hay que olvidar que la Revolución Mexicana es del diez, es decir, los precursores de la Revolución Mexicana no son los marxistas, son Bakunin, son toda la intelectualidad del anarquismo.


A grado tal que este abuelo mío pierde sus propiedades en manos de este socialista que le incauta todo y tiene que venir para acá con mi abuela mexicana, de padre español y madre maya, y regresan a Catalunya. Aquí mi padre termina siendo miembro de la FAE, de la CGT y, obviamente tiene que irse de regreso a México porque viene la Guerra Civil. Y a mí me gusta hablar de esto casi desde el punto de vista literario, porque yo después fui Cónsul General de México en Barcelona.


- ¿En qué época fue usted cónsul en Barcelona? ¿Qué recuerdos guarda de aquella época?



- Usted es diplomático de carrera, pero también un distinguido intelectual, poeta, pintor...


Puede que suene a disculpa. Yo entré, como decía Don Jaime Torres Bodet, a la poesía por la puerta de la burocracia. Y decía don Jaime “Y espero que no salga usted de la poesía por la burocracia”. Yo escribo poesía, soy traductor, he publicado varios libros... Con Manel Álvarez, el escultor catalán, hicimos un libro bellísimo de autor, con un grabado suyo para una exposición. Manel es del Empordà y es uno de los grandes escultores catalanes. Y luego me metí a pintar. Pero me metí a pintar con desfachatez que da no vivir del oficio y ser un 'outsider'. Yo había escrito libros como 'El dedo de Cratilo', donde hablo de la pintura, y otros textos donde admiro a los grandes pintores. Tuve la oportunidad de tratar a uno de los genios, un catalán. Así como Barceló ha bebido de él, todos hemos querido beber de Tàpies. Yo creo que junto con Picasso, es un artista fundamental en muchos sentidos. 



-Parece que siempre ha habido una íntima relación entre el arte y la diplomacia mexicana...


México ha tenido, desde el inicio, diplomáticos que han sido intelectuales, escritores, poetas, artistas... Vamos a mencionar a José Gorostiza, que es uno de los grandes poetas de la literatura mexicana, fundamental en la literatura mexicana. Hay gente que quisiera decir que ya con Gorostiza podría haber sido suficiente, con 'Muerte sin fin'. Y Gorostiza fue subsecretario de relaciones exteriores, un diplomático fundamental, negociador de la recuperación de una parte del territorio norteamericano a México, el Chamizal.


O Don Jaime Torres Bodet, secretario general de la UNESCO, el único mexicano que ha estado allí en ese cargo, canciller de México, secretario de Educación Pública, poeta del grupo 'Contemporáneos', extraordinario poeta, autor de un poema que se llama 'Civilización', que al principio dice “Un hombre muere en mí siempre que un hombre muere...”, un poema contra cualquier crimen, un solo crimen que se cometa, una sola muerte que tengamos en una ribera, por ejemplo, como lo que está pasando ahora en el Mediterráneo, ya es condenable como si fueran miles.


O también Carlos Pellicer, o Jorge Cuesta o aún en Barcelona, el abate de Mendoza --José María González de Mendoza-- que fue vicecónsul aquí, o Carlos Fuentes, embajador en París, diplomático joven en Ginebra, u Octavio Paz, embajador en la India, funcionario en París muchos años, funcionario en Japón. Hugo Gutiérrez Vega, embajador en Grecia, agregado cultural en los EEUU, periodista, dirigió el suplemento cultural del periódico La Jornada, que es muy importante en México hasta hace unos meses que murió.


El elenco de intelectuales en la diplomacia en México yo creo que es único, porque si bien Chile tuvo a Neruda, o a Jorge Edwards entre otros intelectuales, el número nuestro ha sido muy grande desde el siglo pasado. Y don Alfonso Reyes, que es como el contrapeso intelectual de Octavio Paz, embajador en Argentina, en Brasil. La embajada de oro se le llamó, don Francisco A. de Icaza, ustedes oirán hablar de él cuando vayan a Granada y vean escrito el poema que dice “dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada”; ese verso es de un poeta mexicano, embajador de México, y está en la Alhambra. Y él tuvo como secretarios de embajada a nada menos que a Amado Nervo, el gran poeta mexicano, a Martínez González, a Alfonso Reyes...


¿Cómo es su forma de trabajar?


Cuando cierro la embajada, yo no soy de fin de semana, trabajo si se puede dos horas diarias, una hora, tres horas... de lunes a lunes. Le robo tiempo a otras actividades, a la familia... Si cierro a las ocho, estoy hasta las 11 trabajando: Porque a alguien que le interesa esto no puede hacerlo como hobby, qué palabra tan fea, ¿no? Yo creo que no hay hobbies. O hay empeño de oficio o no hay nada.


- Usted conoció y fue amigo de Octavio Paz. ¿Qué nos puede contar de él?


Octavio Paz nació en el mismo año que mi padre, en 1914. Cuando yo tenía 18 fue cuando me atreví a llevar unos poemas y tratar de dárselos a Octavio Paz en la escalinata del periódico 'Excélsior', donde él dirigía 'Plural', que era una de las grandes revistas de México. El error mío fue que los poemas eran para un concurso y cuando se los doy Paz me dice que no los puede aceptar, con sobrada razón. Metí la pata, el provinciano que viene de Tampico y se encuentra al gran poeta.


La segunda ocasión es en Bellas Artes, en un concierto de un hombre que muchos años después yo tendría en mi casa, el más importante citarista de la India, maestro de Los Beatles, que es Ravi Shankar. Me lo encuentro en el concierto, en el que no había casi nadie, lo veo e intento hablar con él, pero ¿para decirle qué? Yo tendría 20 o 21.


Luego ya me lo encuentro siendo yo Cónsul general de México en Río de Janeiro, a donde él va invitado por el gobierno brasileño, con su esposa Marie José, y ahí empieza una relación muy importante para mí porque Paz era un hombre de una dimensión única intelectual, de una gran lucidez...


Ya como cónsul general en Barcelona me toca llevarlo a él al homenaje a Carlos Barral, que se hizo muy cerca de Tarragona. Y me acuerdo que en ese viaje él insistía en visitar el Arc de Bará, pero yo no di con él. Y él quería regresar, porque había estado allí cuando vino al II Congreso de Escritores Antifascistas, en Valencia, en el año 37. Allí están Machado, Vallejo, Bergamín, Alberti, los grandes intelectuales.


De las anécdotas más humanas de aquel viaje, recuerdo que paramos a comer en un maravilloso restaurante a la orilla del mar, en las afueras de Tarragona. Allí se estaba celebrando una boda. Nos dieron una mesita y al poco rato se acercaron los novios a pedir un autógrafo. Y eso a Octavio le emocionó mucho porque no se explicaba cómo dos personas que estaban celebrado su boda la interrumpían para pedirle un autógrafo.


- ¿Cómo fueron las celebraciones del Centenario de Octavio Paz en México?


Fue un momento extraordinario. Yo en aquella época acababa de concluir mi misión en Santa Lucía, yo era embajador ante los países del Caribe Oriental. De allí viene el premio Nobel de 1992, para mí el más importante escritor en lengua inglesa vivo, Derek Walcott. Lo pudimos invitar a México y fue a hacerle un homenaje a Octavio Paz porque era muy amigo de él. 



- Usted fue embador en la India, al igual que Octavio Paz. Para él su paso por el país fue fundamental...


La madurez de Octavio Paz se establece cuando llega a la India y se encuentra con su civilización. Después  escribe 'Vislumbres de la India' o 'La llama doble' y en honor al dios Hanuman, escribe 'El mono gramático' o 'Los poemas de la ladera este'. La India transforma la existencia de Octavio Paz. Hay una bella anécdota. Paz no había recibido ningún premio internacional de peso, y le conceden en Ámsterdam el premio de poesía más importante de Europa. Y él tiene la duda de si aceptarlo o no. Él ya era embajador. En ese momento ya estaba en la época en la que rompe con Marie José. Paz no sabía la dirección de ella en Francia. Paz va a ver a una gurú hindú muy importante. Esta señora le dice "yo sé por qué viene usted aquí embajador", mientras jugaba con una fruta en las manos. De repente se la lanza y Paz la coge al vuelo. Y ella le dijo "Agarre las cosas, reciba lo que se le da. No desperdicie usted las oportunidades. Si usted tiene dudas de aceptar un premio, la humildad es aceptarlo, no rechazarlo. Acéptelo. Vaya a por él".


Así que Paz va a recoger el premio, pero antes pasa por París. Está sentado leyendo el periódico, en un hotel –hay un poema sobre esto--. De pronto, baja el periódico y pasa Marie José, que iba a revelar unas fotografías. Y se pueden imaginar, para Octavio fue el fin de la tristeza y el inicio de esa dimensión amorosa. Octavio Paz escribió poemas eróticos fundamentales. En 'El mono gramático' hay un poema en prosa que es de los más hermosos del erotismo.


Voy a decir algo que va a ser controvertido, pero solo dos autores hispanoamericanos han hecho o han entendido la dimensión del erotismo, como son Cortázar y Octavio Paz. Todos los demás, incluyendo los pésimos intentos de Vargas Llosa de escribir erotismo, que son tristes, para mí, o los del propio García Márquez. Porque ellos son poetas o más bien son escritores a los que les faltó la dimensión de 'La llama doble' o de la experiencia de la poesía erótica de Rayuela. 


- Como hablábamos al principio, usted tiene una relación especial con España. Como diplomático ha hecho y hace de puente entre ambos países. Un país que fue generoso con España cuando lo necesitó; sirvió de refugio para los exiliados republicanos durante la Guerra Civil y la posterior represión de la Dictadura...


México recibió a los españoles con los brazos abiertos, no es retórico decirlo, porque había cariño. Acogió a gente de todo tipo. Gente de la calle, trabajadores, maestros, médicos y grandes intelectuales. 




Una historia de la que tenemos que aprender, a juzgar por cómo lo estamos haciendo con los refugiados siros, por ejemplo...


Desde un punto de vista humanitario sí podríamos hablar de una semejanza en el espíritu de lo humanitario. Pero es un fenómeno complejo, una realidad diferente. La situación tan grave que se vive en Medio Oriente, el terrorismo, etc., hacen que el conflicto escale a unos niveles muy tristes. Yo personalmente creo que tenemos que tener muy clara la conciencia de los valores humanitarios. Esa conciencia, ese valor de la empatía, nos va a ayudar a que los Estados, los gobiernos, con los recursos que puedan existir, vengan al encuentro de esto. Creo que es uno de los meollos fundamentales de esto. 



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