Cuando Artur Mas tuvo que renunciar a optar de nuevo a la presidencia de la Generalitat por exigencias de la CUP como condición irrenunciable para apoyar al gobierno de ERC y el PDeCAT, el todavía presidente impuso a la persona que le habría de sustituir. Nadie en su partido pensaba en Carles Puigemont, pero fue el mismísimo Mas quien lo designó. Sabía que iba a seguir sus directrices y que estaba dispuesto, como se ha visto, a hacer de kamikaze para pasar a los libros de historia como el liberador de una Catalunya oprimida por España.
A pocas horas del día D, las acciones de los instigadores del referéndum ilegal se multiplican y llaman a estar presente en las calles haciendo el máximo ruido para seguir teniendo presencia mediática e intimidar al gobierno, los jueces, alcaldes amenazados y buena parte de la ciudadanía de Catalunya, a la que han metido el miedo en el cuerpo.
La ANC, Òmnium, el Govern y parte del Parlament se han tirado al monte y aprovechan cualquier excusa para hablar de régimen franquista y de la falta de libertad de expresión sin inmutarse.
Mientras, parte de la iglesia catalana se ha echado también al monte dentro de esa caridad cristiana que predican pero que no ejercen. ¿Qué sucede con los cristianos que no son independentistas? ¿Qué tienen que hacer, tragar o no asistir a los oficios religiosos que realizan estos curas excluyentes?, porque para creer en Dios no hace falta ir a las iglesias. En esta ocasión, "lo que dicen esos curas no va a misa". Conozco a bastantes católicos que han manifestado su intención de no poner nunca más la X en la casilla de Hacienda, para que así la iglesia no reciba el dinero de los que se sienten maltratados por los curas.
Las consignas que hay por parte de la CUP -a sus seguidores- es que sus acciones sean de baja intensidad para no asustar a la gente antes del 1-O y dar motivos a los cuerpos de seguridad para intervenir. Pero una vez se hayan cerrado las supuestas urnas, hay barra libre para hacer lo que quieran. Cuentan con otros colegas venidos de otras partes de España y, sobre todo, del extranjero. Los comerciantes ya han manifestado su preocupación ante los desórdenes que se puedan producir.
Los estudiantes están siendo utilizados para que realicen manifestaciones por el centro de la ciudad. Hay que seguir calentando el ambiente hasta el domingo.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, está en su salsa ya que un día sí y otro también está saliendo en la tele del régimen, TV3. Solo hay que mirar sus apariciones de antes de su adhesión al referéndum y las de ahora -no hay color-. Se siente como una estrella de cine. La miman porque finalmente se ha entregado a la causa y habla de represión, falta de libertades y de lo que haga falta. ¡Quién la ha visto y quién la ve ahora! Pero no está sola, su ayudante de cámara, el peronista Pisarello, no solo la acompaña sino que la guía en este camino de salvación. Habría que recordarle a Pisarello lo que dijo Perón, "las revoluciones se hacen con tiempo o con sangre".
Colau, la alcaldesa de Barcelona, también publica su artículo de opinión en la prensa extranjera -todo un honor para ella- con el objetivo de hacer de vocera en Europa, como si tuviera alguna credibilidad. Por cierto, ¿la publicación de su artículo se lo habrá gestionado la misma empresa que paga la Generalitat de Catalunya?
Que el domingo no sea recordado como una fecha fatídica por algún acto irreparable como consecuencia de la irresponsabilidad de unos dirigentes que no son conscientes de la gravedad de sus acciones.
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