Leo con interés dos libros recientes de la editorial Kairós: Liderazgo emocional y Tu eres la felicidad que buscas. En el primero, sus autores, los psicólogos Cary Cherniss y Cornelia Roche, exponen estrategias para liderar con inteligencia. Personalmente, a mí no me interesa ejercer el liderazgo –en determinados ámbitos me resulta imposible-, sino hacer lo mejor que pueda, con acierto, pasión y determinación. Para esto se requiere no sólo una voluntad de influir, sino atender a las emociones (propias y ajenas) que se despliegan o se bloquean y unirlas a razonamientos bien trabados. Todo lo cual permite afrontar cada situación de la forma más serena y eficaz.
Yo resumiría el modo más provechoso de estar en un grupo en concentrarse para sentir y ser consciente de lo que sucede; captar las distintas perspectivas de quienes nos rodean y descifrar la dinámica de emociones que subyace en cada situación. Cuando se pueda, construir vínculos de confianza y estima. Saber pedir y brindar ayuda concreta con desinterés y generosidad.
Llegado el caso, este planteamiento nos permite desahogarnos de forma controlada y no sentir una inapropiada culpa por no poder cambiar las cosas: superar la decepción consiguiente sin incurrir en la tendencia a sermonear o dar lecciones, lo que produce aburrimiento cuando no irritación. Pero comprometidos, sin embargo, en la voluntad de aprender lo que hacer y lo que no hacer; sin necesidad de enquistarse en las situaciones etiquetadas como ‘problemáticas’. El camino más idóneo a seguir supone descargarse de aversiones y gustos previos, para concentrarse en lo mejor posible según marquen las circunstancias.
Desde una perspectiva no dual, Rupert Spira, ceramista y escritor, enfoca tres niveles de atención: hacia el mundo externo o exterior; hacia mi interior, mi mente y mi cuerpo; hacia el trasfondo del propio hecho de ser consciente y del sentimiento de carencia o insatisfacción. “El sueño profundo –dice este divulgador de la no dualidad (materia y espíritu interactuando)- no es la ausencia de conciencia, sino la conciencia de la ausencia”.
“Te amo, pero mi felicidad no depende de ti”, afirma Spira en su libro Tu eres la felicidad que buscas, por lo que “la felicidad que somos se convierte en la felicidad que buscamos”. Dado que la enfermedad es para el cuerpo un estado de desequilibrio, una señal de que algo anda mal, sentimos que la salud es el estado natural del cuerpo. Del mismo modo, Spira enfoca la felicidad como el estado natural de la mente y como el sabor de la conciencia. Y apela a la tradición cristiana que declara (léase el Evangelio de san Lucas) que el reino de Dios está dentro de nosotros: “¿Qué otra cosa puede ser el reino de los cielos más que un lugar de felicidad eterna?”.
Ver la paz como felicidad en reposo y la felicidad como paz en movimiento obliga a reflexión. En cualquier caso, importa con quién se habla y con quién no, pero siempre en busca de palabras verdaderas. Y esto es decisivo no sólo para cada uno de nosotros, sino para toda la sociedad, para que no se extravíe.
Veo fundamental poder estar en casa, un hogar integrador, un hogar donde hay relación cordial y se absorben diferentes perspectivas enfocadas con naturalidad y respeto, con amabilidad y consideración. Se empieza siempre por uno mismo. En El caminante, Hermann Hesse escribe “Tu hogar no está ni aquí ni allí. O está dentro de ti o no está en ninguna parte”.
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