Las elecciones europeas y la partida de ajedrez en Cataluña
El que espera desespera, dicen, sobre todo los que esperan mucho y no saben como el tiempo - ¿perdido?- les trae demasiados quebraderos de cabeza y la angustia de no conocer el desenlace. Es la estrategia que los partidos políticos utilizan en determinadas situaciones, Algunos los comparan a una partida de ajedrez, donde la habilidad en mover las piezas puede cambiar elegir al ganador.
Esta última semana de campaña electoral de las europeas con la vista puesta en los resultados que darán las urnas, de un posible cambio de escenario político, donde, según las encuestas, la ultraderecha puede alcanzar en estas votaciones del domingo, el 20% de los votos. Una cifra muy importante que produce malestar no solo en el resto de partidos, también en las instituciones europeas y en la sociedad, por las consecuencias que sus políticas retrógradas puedan significar. No es una cuestión nimia, es un tema realmente preocupante.
¿Pero quién vota a la ultraderecha? Pues, aunque algunos piensen que son las personas ricas o con salarios altos, resulta que no es exactamente así. En Suecia, la cuna de las políticas sociales por excelencia, resulta que los votos a la ultraderecha no se producen en Estocolmo, sino en la periferia. Ello viene motivado por el descontento de sus poblaciones.
El auge de la ultraderecha se debe a la brecha que se ha abierto en Europa en los temas sociales, económicos, territoriales, culturales y por supuesto políticos. Estos cambios se han ido produciendo progresivamente desde los años 80, basados en los descontentos de la gente
Es curioso que sean dos mujeres las que estén liderando los partidos ultras en Europa: Giorgia Meloni, primera ministra italiana y Marine Le Pen que ha ido subiendo en votos en las últimas elecciones. En Europa, en la actualidad, hay cinco países donde la extrema derecha gobierna: Italia, Hungría, Polonia, República Checa y Finlandia. En Francia, Alemania, Bélgica y España, tienen una amplia representación. La subida de Vox en estos comicios se traduce en 7 diputados, que le sitúan como tercera fuerza.
Con esta fotografía política de lucha en captar votos, las negociaciones para formar gobierno en Catalunya, al menos aparentemente, están “congeladas”. Nadie quiere dar un paso sin conocer cómo quedarán las posiciones. Menos Vox y PP, el resto de partidos que son decisivos en el embrollo no quieren dar un paso en falso que alejen a sus votantes de las urnas: socialistas, ERC, y los Comunes están jugando al despiste, mientras Junts dice que Puigdemont tiene que ser investido presidente de la Generalitat, cosa que no será posible. La gran jugada del huido le está saliendo mal: no regresará a Catalunya si no tiene garantizado que no pisará la cárcel. Tampoco dejará la política si no es presidente. Con estos cambios de opinión, hay una parte de su partido que está muy incómodo con él, incluso se habla de que sea solo el presidente del partido, sacando de en medio a Laura Borrás, y que se produzca un relevo de rumbo que evite tantos cambios de opinión y una línea práctica en la formación.
Una parte de Junts está cansada de tanto Mesías, salvadores de la patria que lo único que buscan es salvarse a sí mismos, su situación personal traducida en dinero y poder. Lo primero es posible, el segundo está ya en duda,
Así que después del 9 viene el 10 y será esa fecha cuando se retome la partida de ajedrez, y si no se consigue hacer tablas, lo siguiente será la convocatoria de unas nuevas elecciones…
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