Mascarell, Puigdemont y la “revolución “independentista

Carmen P. Flores


Puigdemont y mascarell ep

Carles Puigdemont y Ferran Mascarell (Europa Press)


Mascarell es desde finales del sigloXIX una pedanía amurallada del municipio castellonense de Nules, aunque su historia viene de lejos... Algunos la consideran un lugar único al que hay que visitar, por lo menos una vez en la vida.


Mascarell, según su traducción etimológica del árabe viene a significar “campamento”. La población nació en origen con la expulsión de la población musulmana de Burriana por parte de Jaume I... Pero no voy hablar de esta pedanía valenciana, sino del Mascarell, Ferran, el político de 67 años que no se resigna a estar en segunda o tercera línea. Esos puestos no han nacido para él, un “intelectual” de primera que aspiraba a ser alcalde de Barcelona, sin pasar por las primarias del PSC que había decretado los mandamases socialistas. Lo que le costó que esa aspiración pasara al cajón de los sueños. Nunca ha dejado de pensar en la plaza de Sant Jaume.


De comunista convencido, su “evolución” ideológica lo llevó al seno del PSC, donde ha ocupado puestos de responsabilidad, bien remunerados por cierto. Cuando apreció que la buena estrella de los sociatas se había ido a la UCI, decidió retirarse a su palacio de invierno llamado RBA, para encargarse del sector audiovisual. Un proyecto engrescador que no llegó a buen puerto. 


Paralelamente seguía sus contactos políticos. Para la CDC de Mas, el sello sociata era marca. Así, recogió a unos cuantos “náufragos” con pedigrí. Entre ellos Mascarell que vio la luz, cuando Más le ofreció ser conseller en su Gobierno. Era volver a estar en la primera línea y de paso refregárselo por la cara a su excompañeros.


La lealtad no es una de las virtudes o principios del “dandi” de cabellos plateados y ambiciones ilimitadas, y si no que se lo pregunten a Pepe Subirós, entre otros “amigos”. Así que, cuando , Mas dejó de ser presidente por imperativo de la CUP, Mascarell fue nombrado Delegado de la Generalitat en Madrid a petición del ex presidente En esa época, con la pérdida de poder de Mas, el político multiideológico se arrimó a Puigdemont que, en principio, iba a ser el futuro, es decir, su proveedor de cargos institucionales. Así que volvió a darse un golpe en la cabeza, ¿o cartera? y se volvió más independentista que su jefe el huido. El cambio de cromo no gustó a su mentor Artur. Pero él, como el independentismo, tiene plasmada su hoja de ruta.


En contacto directo con el estratega Puigdemont, decide dar un golpe de timón ordenado por éste y quiere hacer una candidatura “unitaria” del independentismo encabezada por él mismo, faltaría más. No le importa ser el instrumento del huido con tal de ser el aspirante a alcalde de Barcelona, sin pasar por primarias, cuando en el PDeCAT sí las han hecho y Neus Munté ha sido la elegida para concurrir a las municipales. No ha tenido miedo a las primarias, es demócrata. Ese pequeño dato no le importa al reconvertido independentista. De hecho siempre ha practicado ese juego, pero por detrás. Ahora no le queda otro remedio, se lo exigen, que dar la cara.


Dicen que la política, ¿no será la ambición personal? hace extraños compañeros de cama. Nada más cierto. La pregunta es ¿se saldrá con la suya Mascarell? Pues todo va a depender de cómo quede de tocado el nuevo Maquiavelo en el juicio que llegará con la caída de las hojas. De todas maneras, al final una traición se paga con otra. 

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