Rajoy con el amigo "Antonio"

Robert Pastor

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El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recibió una grata acogida institucional en Andorra como no podía ser de otra manera, porque llegaba a firmar un acuerdo bilateral clave para el principado pirenaico y terminó rubricando tres.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recibió una grata acogida institucional en Andorra como no podía ser de otra manera, porque llegaba a firmar un acuerdo bilateral clave para el principado pirenaico y terminó rubricando tres.

Cabe decir que el mandatario español no se expuso a actos públicos por las calles, como también es cierto que la convocatoria de «Podemos» para rechazarlo tuvo la respuesta de cinco personas, y con una pancarta sin referencias a Cataluña, con el lema más ambiguo y aplicable también en Andorra de "Víctimas de la ineficacia política". El doble concentró la protesta de la víspera, delante el palacio episcopal de la Sede, donde se exhibió una estelada y todo.

La comparecencia ante la prensa demostró el talante y la falta de ductilidad lingüística españolas, no sólo del actual ocupante de la Moncloa, que cada vez que mencionaba el nombre del homólogo andorrano le decía «Antonio», y no Antoni y que se refirió a la escuela del sistema española que visitó como de Escaldes-Engordani, en lugar de Escaldes-Engordany.

Son anécdotas, como el malestar porque el Copríncipe-obispo no sólo se reuniera con los periodistas que aguarda en Palau el visitante retardado, sino que les anunció que diría unas palabras tras el encuentro, algo no previsto en el protocolo.

El programa, después de la escala a la Seu d'Urgell, continuó ayer, jueves, con una primera reunión bilateral entre la «expedición» encabezada por Rajoy, con el ministro Cristóbal Montoro, dos subsecretarios de Estado y la embajador Manuel Montobbio, con el grupo local presidido por Antoni Martí, con los ministros de Finanzas y Exteriores y el embajador en Madrid, Jordi Gaytan.

El cortejo extranjero continuó después con el programa previsto, por la Casa del Valle (sede histórica del Consejo General-parlamento) con el síndico (presidente) Vicente Mateo como guía turístico, y en la escuela primaria mencionada del sistema español, por llegar a los momentos culminantes, en la parroquia de Ordino.

En la casa-museo de la familia Areny Plandolit se escenificaron las firmas -respectivamente por los dos ministros, los dos jefes de ejecutivo y los dos ambaixadors- del convenio para eliminar la doble imposición (CDI) el de transporte por carretera y un memorándum de colaboración que materializa y ensancha el contenido de la anterior «ley de buena vecindad y amistad» entre los dos Estados.

El CDI permite evitar, como hasta ahora, que los que tengan actividades o residencia a ambos lados de la frontera, pagar a las dos haciendas. Sobre todo era querido por la parte andorrana, en tanto que la carga sobre las facturas en España era del 24 por ciento, que impedía toda competitividad. A los de «abajo» en Andorra, la carga no era tal, evidentemente, pero la limitación a la participación de los extranjeros en una minoría del capital social de las empresas obligaba a buscar «prestanombres" (ciudadanos con todos los derechos económicos al Principat que figurasen oficialmente como socios mayoritarios, a cambio de una compensación económica).

El acuerdo sobre el transporte por carretera permitirá a los transportistas andorranos tomar cargas antes de volver hacia el norte, y no hacerlo de vacío, como les obligaba hasta ahora la ley. Con reciprocidad, naturalmente. Y Martí aclaró, con cierta ironía, que no había que temer los españoles para que la (reducida) flota andorrana poca competencia les hará.

Finalmente, el «memorándum de colaboración» instituye una serie de encuentros bilaterales de miembros de los respectivos gobiernos, a varios niveles, y proyectos comunes en materia económica, de sanidad, educación y cultura.

Ante la prensa (la duodécima mal contada de medios locales, los cuarenta llegados de Madrid con Rajoy, y los catalanes), fueron casi más largos los discursos previos de los políticos de agradecimientos y felicitaciones mutuas, del tono diplomático más complaciente, al margen de la condena al atentado de París.

De preguntas se había anunciado que solo serían admitidas cuatro, dos de la banda del sur y dos de locales. Sin embargo, cada pregunta se convirtió en un planteamiento de varios asuntos.

Los colegas españoles se interesaron por Grecia, la candidatura a la alcaldía de Madrid ... Nada en absoluto sobre los documentos suscritos. Eso sí, una incluyó la residencia de Marc Màrquez el «caso Pujol» y si la justicia andorrana pone «obstáculos» al segundo. La otra, sobre si cambia la posición del gobierno iris sobre el «caso catalán».

Los dos políticos aseguraron que no habían hablado ni de uno, ni de otro asunto. «Ni una palabra». Martí explicó que la justicia de su país aún no ha decidido sobre las comisiones rogatorias enviadas desde la Audiencia Nacional y el Juzgado de Barcelona, que no sabe cómo acabarán, y que en todo caso respetarán los compromisos que en materia penal y de tribunales se firmaron en el marco del Consejo de Europa, sin concretar, como tampoco especificó las medidas que «muchos países» aplican para atraer como residentes a personas que les son de interés (no era cosa de mencionar la concesión del permiso de residencia en España del extranjero que compre una vivienda de alto valor, por ejemplo).

El visitante, además de ratificar que no había venido «a hablar de nombres propios», se limitó a manifestar la confianza en la justicia española, andorrana, y «a la justicia en general», y a ratificar que no habían hecho ninguna mención en Cataluña, respecto a lo cual, el andorrano declaró que nunca se había pronunciado porque no le hacía falta «meterse donde nadie le pide, ni es de su competencia», además de decir que «espera que el contencioso se resuelva en España».

Los andorranos fueron más concretos. Pidieron si hay posibles «líneas rojas» españolas en las condiciones de la no doble imposición y por el apoyo al respeto de las «especificidades» andorranas en el tratado de asociación Martí hizo una alabanza del camino hecho desde todo los gobiernos recientes anteriores hacia Europa y en las reformas fiscales y económicas andorranas, y en el compromiso de llegar al intercambio automático de información financiera en 2018, siempre que se haga con carácter general para todos los estados antes de asegurar que no había «ninguna línea roja» al tratado, que recibía la colaboración española en Bruselas, así como la francesa, anunciando un próximo encuentro con el copríncipe Hollande y el primer ministro Valls. Y el invitado dijo amén, alabando los esfuerzos andorranos y aprovechando para gallear a propósito de las reformas que ha hecho su equipo, y el cambio de tendencia de los indicadores económicos y del empleo en su ámbito.

Y con esto, y la comida oficial, se acabó la agenda. Rajoy volvió desde el aeropuerto de la Sede, inaugurado pocas horas antes por el ministro Jordi Alcobé y el conseller catalán Santi Vila, en un gesto de apoyo implícito, además del ahorro de kilómetros por tierra. El "nuevo" aeropuerto, de entrada, sólo podrá recibir viajeros del espacio Schengen europeo, lo que excluye los rusos, un grupo fuerza a la baja por la crisis que golpea su país originario.

Ya puestos, Martín dijo, en relación con los temas «no tratados» durante las reuniones, que tampoco se le ocurriría presentarse en can Rajoy, en Galicia, cuando su interlocutor se encontrara de vacaciones. Y la respuesta fue automática: «queda invitado».

Si es cierto que esta es una visita insólita en Andorra, primera oficial de un presidente del Gobierno, así como las estadísticas aludidas por ambos gobernantes -27 por ciento de habitantes del Principat tienen la nacionalidad española, al igual que el 42 por ciento de los trabajadores censados en la seguridad social, y el 62 por ciento de las importaciones vienen de España- lo que se tradujo, o confirmó, tras las visitas a Madrid, es la excelente relación entre Rajoy y Martí, a pesar de las diferencias sustantivas entre las políticas respectivas.

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