El proceso hacia la paz, en la fase que debe suponer el fin definitivo de ETA sigue estañado, en una pausa que ya se está haciendo larga. Hacía días que no vemos publicada ninguna información que se pueda relacionar y he aquí dos, aparecidas en dos periódicos diferentes que vienen a confirmar esta situación de paréntesis.
Por una parte, la operación donde agentes de las policías francesa y española irrumpieron en el apartamento donde supuestamente vive Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, con la pareja, Agnès Cerler. La vivienda se encuentra en Durban sur Arize, pueblecito del Ariège, que es el departamento fronterizo con Andorra, y donde sólo encontraron a la mujer. Quizás Josu había ido a comprar tabaco en el principado pirenaico, con cuesta menos de la mitad que en Francia y quien sabe si a ver el espectáculo que oofereix estos días el Cirque du Soleil.
Dejando de lado la caricatura, lo cierto es que Cerler no tiene ningún cargo ni investigación pendiente por parte de la justicia o las policías de los dos Estados vecinos, y salvo un supuesto susto, no hubo ninguna consecuencia para ella. Eso sí había sido detenida hace unos años, cuando iba con Urrutikoetxea sobre una moto, y fue condenada a ocho meses para ayudarle.
Recordemos que Urrutikoetxea-Ternera ha sido visto por varios comentaristas de la realidad de la organización terrorista como el hombre de los intentos de paz, jefe de la última negociación rota por el atentado en el aparcamiento del aeropuerto de Barajas, en contraste con los "irreductibles" que querían mantener la "lucha armada". Incluso se llegó a decir que las autoridades españolas lo tenían "controlado" y conocían cada uno de sus movimientos y paraderos.
Hasta febrero pasado se encontraba en Noruega, en contacto con la "comisión internacional de verificación" de la realidad del abandono de la violencia por parte del grupo, hasta que los mediadores consideraron que nada se movía, ni en desarme, ni menos en la disolución de ETA.
Entonces, Urrutikoetxea y el resto de miembros de la "delegación" fueron expulsados del país nórdico, y en abril siguiente (pasado) volvía a aparecer en la lista de los "más buscados" del ministerio español del Interior. La visita a la casa de la pareja tal vez un aviso, una reclamación, porque cuesta creer el fugitivo que vaya, y menos se quede a hacer noche.
La otra información, en un sentido opuesto, ha sido la concesión de un primer permiso "ordinario" para salir de la cárcel y pasar un fin de semana con la familia, que el magistrado de la Audiencia Nacional, Fernando Grande Marlasca, ha concedido a José Luis Urrusolo Sistiaga, uno de los dirigentes con historial más sangriento de la organización. Urrusolo cumple condenas por un total de más de 400 años de cárcel por 16 asesinatos y dos secuestros, y sólo ha cumplido 16. Sin embargo, el magistrado ha decidido que se le debe aplicar este beneficio penitenciario atendiendo "la evolución positiva del reo".
Ya explicamos que este fue expulsado de la organización por los dirigentes de ETA mucho antes de la declaración unilateral del fin definitivo de la violencia, porque la condenó; primero tibiamente, a raíz de la catarsis que supuso para tantos la asesinato del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco. Después, de manera más contundente. Ha sido también, protagonista de uno de los encuentros con víctimas, concretamente con el industrial Emiliano Revilla, que no quiso explicar detalles de la entrevista, más allá de calificarla como "muy positiva".
Parece pues, que mientras nada cambia, continúa aplicándose, entre el ámbito judicial y el policial, la política del palo (para quien se opone, o decepciona las expectativas de disolución definitiva del grupo, que sería ahora el caso de Urrutikoetxea) y la zanahoria, para los que han demostrado con hechos la renuncia definitiva, como Urrusolo, a pesar de su historial.
Todavía no hace mucho, el presidente Rajoy dijo respecto de este proceso que los miembros de ETA deben tener "la paciencia del santo Job". En la sociedad, en general, ya la vasca, en especial, esta paciencia no le falta. Todo mientras tenga razón el informe del CNI, que ha confirmado la ausencia de planificación de atentados, y no el Cuerpo Nacional de Policía y la Europol que han augurado una reavivada de acciones violentas por parte de elementos radicales de un grupo desactivado según todos los indicios hasta la fecha de hoy.
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