La Ley de Amnistía y la broca sin precedentes en el Congreso
Dicen que el ejemplo es la mejor lección que se puede impartir para ser creídos. Las palabras en demasiadas ocasiones suenan a huecas y cuando se rasca un poco para conocer la autenticidad de las mismas, vuelan, se las lleva el viento como la ilusión del que ha creído en ellas. Sus autores hacen juegos de ilusionismo con sus palabras y gestos con los que quieren envolver a las personas confiadas.
El Congreso de los Diputados, la institución representativa del pueblo, vivió este jueves una sesión parlamentaria importante por la trascendencia del tema: la aprobación de la controvertida ley de Amnistía que tanto ha dado y seguirá dando que hablar. La crispación entre bancadas fue más que evidente, es decir, fue una auténtica batalla dialéctica y gesticular de sus señorías que daban la imagen de estar en un patio de colegio donde las bandas de jóvenes se enzarzaban verbalmente y a punto de llegar a otro tipo de acciones más graves
Los diputados de Vox, que llevan una temporadita crecidos tras sus encuentros con Milei, Le Pen, Meloni y Netanyahu, se han creído los reyes del mambo o mejor dicho, los guardianes de las esencias de la Inquisición. Tenían premeditado montar el espectáculo en el hemiciclo y lo han conseguido, con la ayuda de algunas señorías del PP que les han seguido el juego.
Estar en desacuerdo es saludable para el debate, la discrepancia es buena, otra cosa muy distinta es la confrontación, el espectáculo bochornoso protagonizado por los que representan a la ciudadanía y que deberían dar ejemplo, cosa que no hacen.
Los gritos acompañados de insultos y faltas de respeto han resonado en el Congreso con palabras como: traidor, corrupto, cobarde, calaña, tonto, hipócrita, vendido, cínico, Txapote, y la traca final, sudaca o tucumano, refiriéndose expresamente al diputado Gerardo Pisarello, por su país de origen, Argentina. Que por cierto es la tierra del admirado de Vox, el ultraderechista Milei.
Entre las voces de VOX que se oían estaba la de José María Figaredo, que pertenece a una familia asturiana de “bien”. Es sobrino de Rodrigo Rato, aunque más escorado a la ultraderecha. Tiene un perfil de niño pijo malcriado, sabelotodo , además muy hecho al insulto del que suele hacer alarde, con esa chulería y su muñeca llena de pulseras…
El Congreso necesita gente rigurosa, seriedad y ejemplaridad, cosas de las que en esta legislatura carece algunas de sus señorías que dan la nota una sesión sí y otra también. Aunque en la del jueves llegara a un nivel realmente lamentable, intolerable. Alguna decisión debe tomar tanto la presidenta de la cámara como los partidos políticos. La situación no debe continuar, es una imagen que lleva a la gente a decir la frase: siempre se están peleando y al final todos son iguales. “Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera”, decía Einstein.
La ley de Amnistía sigue su curso, acompañada de la polémica que irá en aumento teniendo aún bastantes días de “gloria”. Estoy segura que cuando pasen los días, los años, lo que habrá quedado en buena parte de la ciudadanía es la gran bronca con insultos incluidos: sudaca, traidores . ¿ No es un poco penoso?
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