El presidente Puigdemont ha llegado a la etapa de la moción de confianza que contempla la hoja de ruta que ha de conducir al pueblo de Catalunya hacia el referéndum o la proclamación unilateral de independencia, según dicen los independentistas. Pero sin tener en cuenta a la otra parte de la ciudadanía que no piensa como ellos y que les hace el favor de aguantarlos. Como dice más de uno de la colla “esto es lo que hay y sino que se vayan a su tierra”. ¿Qué tierra?
Una vez más, el presidente de Catalunya, como hiciera en su día su antecesor, gobierna para una parte de los catalanes pero se otorga la potestad de hablar en nombre de todos. ¿Por qué? ¿El resto son tontos? ¿Ciudadanos de segunda? Lo que debe hacer de una puñetera vez es gobernar. Y gobernar para todos.
Cuando Puigdemont explica con todo lujo de detalles que están montando las estructuras de Estado para que cuando se produzca el salto se pueda hacer con todas las garantías, está vulnerando los derechos y utilizando el dinero de la ciudadanía que no está de acuerdo con esa postura además de pasarse las leyes por debajo de su flequillo roquero. Hace lo mismo que critica del gobierno del PP, que maltrata a los “catalanes”.
En realidad, el presidente cuando explica lo del salto puede que se esté refiriendo al salto de la rana porque él sabe perfectamente que lo que plantea no va a ser posible, aunque ya empiece a utilizar referéndum pactado y quiera consensuar las preguntas, la forma, el día y vamos, lo que haga falta, para decir a renglón seguido que “referéndum o referéndum”. Dentro de su estrategia estaba la de atraer a los diputados de SíQueEsPot para que lo voten e ir así sumando votos. Mientras, lanzaba a su vez órdagos a los amos de la llave de la gobernabilidad, los antisistemas de la CUP, para advertirles que si no dan su apoyo a la moción de confianza, tendrá que convocar elecciones, y que si no votan favorablemente los presupuestas, habrá elecciones. Vamos que si no hay un sí y otro sí, las elecciones estarían a la vuelta de la esquina. Pero, con el fin de darles algo que les estimule, les ha puesto el caramelo en la boca del referéndum en el 2017.
Dicho lo cual, los cuperos han mostrado su disposición a votar favorablemente la primera parte, pero no se han pronunciado sobre la segunda, los presupuestos, que son la madre del cordero. Lo cual hace pensar que las elecciones, que no convienen a los “convergentes”, pueden estar más cerca de lo que parece. Mientras, Oriol Junqueras y ERC se están frotando las manos porque van a recoger la cosecha que han sembrado otros. Con cualquiera de las dos soluciones -tanto si los de la CUP votan que sí a los presupuestos como lo contrario- los de Esquerra salen ganando y van a aplicar a los de Junts pel Sí aquello de que segundas partes nunca fueron buenas.
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