El próximo domingo se celebran en Francia la primera vuelta de las presidenciales. Según todos los sondeos, si es que hay que hacerles mucho caso, sitúan a Marine LePen y a Emmanuel Macron en los dos primeros lugares, pero les siguen muy cerca Jean-Luc Mélenchon y François Fillon.
El candidato socialista Benoît Hamon no tiene ninguna posibilidad de pasar a la segunda vuelta; es un buen político con un discurso claro y de izquierdas, pero se ve lastrado por la gestión de Hollande y Valls, y porque el aparato del partido no le apoya y va a hacer campaña por Macron, ¿les suena de algo?, París y Madrid tan lejos, tan cerca.
Con este panorama, la única posibilidad que haya un candidato de izquierdas en la segunda vuelta es Mélenchon, éste tiene un discurso atrayente para buena parte del electorado socialista desencantado, para los jóvenes. Su discurso se basa en una profunda renovación del orden político y económico francés, de crítica al establishment, enraizado en las premisas de la revolución francesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad son los pilares de su programa.
Dirán que es utópico y revolucionario, pero ¿qué es la izquierda si no tiene algo de utópica y revolucionaria? Hasta ahora no lo ha sido, y ya se han visto los resultados.
La única esperanza que en Francia, y por ende en toda Europa, se produzca un cambio de verdad, que sirva para mejorar la vida de la gente, pasa inexorablemente por una victoria de Mélenchon. Es por ello, que la izquierda francesa debería dejarse del fraccionalismo que no lleva ningún lado y hacer un voto útil.
Mi deseo es que pasasen a la segunda vuelta Mélenchon y LePen, son los únicos con posibilidades de hacerlo que plantean un cambio en profundidad en el status quo. Fillon es más de lo mismo, además de lastrado por la corrupción, y Macron es el Albert Ribera francés, un candidato lampedusiano auspiciado por los poderes fácticos, con un discurso de cambio para que nada cambie.
Quizás el cambio venga de nuevo desde Francia, como en tiempos de su revolución. Espero que sea de la mano de Mélenchon, si bien mi opinión LePen es el mal menor, que diría Santo Tomás de Aquino, en comparación con Macron y Fillon.
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