Miles de pensionistas se han manifestado estos días, para protestar por lo que consideran, según sus palabras, una mierda de subida de pensión. No les falta razón, es lo que dicen, pero por desgracia ello se inscribe dentro de la miseria en que se ha convertido España.
No son sólo las pensiones las que son bajas e indignas, también lo son la mayoría de los sueldos, nóminas y contratos de trabajo, que abocan a las clases trabajadoras a la más absoluta de las pobrezas, y nos hacen recordar las novelas de Charles Dickens, cuyas descripciones de los barrios obreros, empiezan a sernos familiares en nuestro paisaje cercano.
Esta miseria no es gratuita, sino que forma parte de una estrategia neoliberal, cuyo objetivo principal es desmantelar el Estado del Bienestar, para convertirlo en negocio de entidades financieras y aseguradoras.
Todo ello es un nuevo nicho de mercado, para la especulación y la ganancia de fondos buitres y especuladores. Es el capitalismo devorador, de todo aquello en que puede sacar beneficios, tal y como avisaba Rosa Luxemburgo a principios del siglo pasado.
Los partidos políticos de izquierda y los sindicatos se han sumado a estas manifestaciones; los últimos para lavarse algo la cara, tras años de vergonzoso y vergonzante silencio, mientras íbamos perdiendo todos los derechos adquiridos; los primeros, más bien pensando en conseguir algunos votos de cara a siguientes elecciones, más que a intentar cambiar el sistema, no de pensiones, si no el económico y social.
Citando de nuevo a Rosa Luxemburgo, ésta decía que la izquierda debía estar en las luchas cotidianas de la gente, pero avisándoles que dentro del marco legal burgués lo único que conseguirían es aquello que quisiera el orden establecido, por lo que era necesario mostrarles, que sus reivindicaciones sólo serían posibles superándolo.
¿Lo hace la izquierda actual? Más bien no, sólo busca algunos votos, para hacer luego, tal vez, lo mismo que Syriza y plegarse a las órdenes de Bruselas. Porque lo que hay que decirles a los pensionistas, que podemos decir que vamos a subir las pensiones, pero que la UE no nos dejará, y aquí está el dilema hamletiano de la izquierda, ser o no ser. Malos tiempos para la lírica, en especial la de izquierdas.
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