Desalojada la Antiga Massana y la siguiente, la Casa Orsola: ¿Qué está ocurriendo en Barcelona?
En los últimos días se ha producido el desalojo del primer espacio y un aplazamiento de desalojo del segundo
El desahucio previsto para este viernes en la Casa Orsola, situada en el Eixample barcelonés, fue aplazado a última hora tras una intensa movilización vecinal. Josep Torrent, profesor de 49 años, ha residido en este edificio durante 22 años, junto con otras familias que llevan décadas viviendo en el inmueble. En 2021, la propiedad fue adquirida por la empresa de inversión Lioness, que optó por no renovar los contratos de alquiler y emprender una reforma integral con el objetivo de revalorizar y alquilar los pisos a precios mucho más elevados.
Desde entonces, los inquilinos han librado una batalla legal y social para permanecer en sus hogares, pese a que la propietaria ya no reconoce su situación contractual. La presión social y política fue determinante: más de 500 personas se concentraron frente a la Casa Orsola el día del desahucio, formando una cadena humana que bloqueó la entrada al edificio. Finalmente, la comitiva judicial decidió aplazar la acción hasta el próximo martes a las 5:00 AM.
Desde hace meses, los inquilinos han protagonizado protestas y movilizaciones para evitar ser expulsados. Según ha confirmado el Sindicat de Llogateres a Catalunya Press, el aplazamiento del desalojo abre una oportunidad para seguir presionando y buscar soluciones. Sin embargo, advierten que la amenaza sigue presente y han anunciado una "maratón de defensa" con actividades y movilizaciones para frenar la expulsión programada para el 31 de enero.co
Desalojo de la Antiga Massana
Días antes, el pasado 28 de enero de 2025, la Guardia Urbana de Barcelona llevó a cabo el desalojo de la Antiga Escola Massana, ubicada en el barrio del Raval. Este edificio, ocupado desde 2020, funcionaba como un centro social autogestionado que albergaba talleres, actividades culturales y reuniones comunitarias. El operativo policial, autorizado judicialmente, se desarrolló a primera hora de la mañana y terminó con la expulsión de los ocupantes y la restitución del inmueble al Ayuntamiento.
El desalojo generó una fuerte resistencia: manifestantes se enfrentaron con la policía, resultando en cinco detenidos y 17 agentes heridos. Durante la intervención, se usaron materiales antidisturbios, lo que desató aún más críticas por parte de colectivos sociales y defensores del derecho a la vivienda. El Ayuntamiento argumentó que el espacio no contaba con autorización legal, mientras que los activistas sostienen que el centro cubría una necesidad social en un barrio con una gran falta de equipamientos comunitarios.
Antecedentes
Barcelona ha sido epicentro de numerosos desalojos en las últimas décadas, con enfoques diversos según el gobierno municipal de turno. Durante el mandato de Pasqual Maragall (1982-1997), la ciudad vivió una gran transformación urbanística, donde varios espacios ocupados fueron desalojados en favor de proyectos de renovación urbana. Con Xavier Trias (2011-2015), la política de desalojos se endureció, mientras que Ada Colau (2015-2023), ex activista de la PAH, adoptó una postura más conciliadora, aunque no exenta de conflictos.
El actual gobierno municipal enfrenta un contexto de crisis habitacional, donde los desalojos se han intensificado, generando un debate sobre si el Ayuntamiento ha optado por una "mano dura" excesiva en lugar de explorar soluciones intermedias que permitan conciliar los intereses de los propietarios y los derechos de los inquilinos.
Ciudades como Madrid, París, Londres y Berlín también lidian con este tipo de conflictos. En Madrid, espacios emblemáticos como el Patio Maravillas han sido desalojados en varias ocasiones, reflejando la tensión constante entre colectivos sociales y autoridades municipales. En París, el 59 Rivoli, una ocupación de artistas, logró legalizarse tras años de lucha, convirtiéndose en un centro cultural reconocido.
En Londres y Berlín, la historia de las ocupaciones es extensa. Berlín, en particular, ha visto la desaparición progresiva de espacios autogestionados en barrios como Kreuzberg y Friedrichshain, donde la gentrificación y el aumento de precios han obligado a muchos proyectos comunitarios a cerrar.
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