Un 'bosque' de fitoplancton en el mar podría ser la solución al cambio climático

El fitoplancton, como los árboles, utiliza CO₂ y luz solar para crecer. Al morir, estos organismos se hunden en el fondo del océano, eliminando el carbono de la atmósfera

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Fitoplancton
Foto: CanvaPro de Damocean, Pxhere

 

La cantidad de dióxido de carbono (CO₂) presente en la atmósfera ha influido en la temperatura del planeta durante millones de años. Actualmente, las emisiones de origen humano están acelerando el calentamiento global, y la solución parece evidente: reducir el CO₂ para volver a una situación climática estable. Sin embargo, el desafío radica en cómo lograrlo.

Detener por completo las emisiones de CO₂ es un objetivo ambicioso que, incluso si se logra, podría tardar décadas en reflejarse en una mejoría del clima. Por esta razón, algunos científicos están explorando soluciones alternativas a gran escala. Una de ellas se basa en los océanos, que actúan como grandes sumideros de carbono. Estudios publicados hace más de 20 años ya indicaban que los mares pueden absorber cerca de un tercio de las emisiones humanas de CO₂, y el fitoplancton, esos diminutos organismos vegetales que flotan en el agua, es el principal responsable.

El fitoplancton, como los árboles, utiliza CO₂ y luz solar para crecer. Al morir, estos organismos se hunden en el fondo del océano, eliminando el carbono de la atmósfera. Esta dinámica ha llevado a una idea prometedora: aumentar la cantidad de fitoplancton en los océanos para capturar más CO₂, fertilizando las aguas con hierro, un nutriente esencial para su crecimiento. Sin embargo, esta propuesta nunca ha pasado de la teoría a la práctica debido a las dudas dentro de la comunidad científica.

 

 

A pesar de ello, algunos expertos están dispuestos a probar la idea. El consorcio internacional Exploring Ocean Iron Solutions (ExOIS), conformado por instituciones científicas de varios países, planea realizar un experimento a gran escala para verificar si esta estrategia es viable. El proyecto, que se espera que comience en 2026, propone fertilizar una zona de 10.000 kilómetros cuadrados en el noreste del océano Pacífico, una extensión comparable a la de provincias españolas como Soria o Huelva.

El objetivo es evaluar la capacidad de los océanos para eliminar CO₂ mediante esta técnica y estudiar los efectos en los ecosistemas marinos. A pesar de los desafíos, como la obtención de permisos y los 160 millones de dólares necesarios para financiar el ensayo, el proyecto sigue adelante.

Aún así, los proyectos de geoingeniería, como este, han sido objeto de escepticismo. Si bien podrían ofrecer soluciones complementarias, no deben ser vistos como una excusa para no reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Como señala el investigador Mariano Marzo Carpio, estos proyectos son un "plan B" en caso de que los esfuerzos actuales de mitigación no sean suficientes, pero no pueden reemplazar las acciones necesarias para frenar el cambio climático.

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