Ser taxista podría reducir el riesgo de Alzheimer: así lo revela un estudio
Aunque los autores advierten que se trata de un estudio observacional y no permite establecer una causa-efecto, los resultados sugieren que las ocupaciones cognitivamente exigentes, como las de taxistas y conductores de ambulancia, podrían tener un efecto protector frente al Alzheimer
En la búsqueda de posibles formas de prevenir o mitigar la enfermedad de Alzheimer, los investigadores exploran diversas estrategias, desde intervenciones médicas hasta cambios en el comportamiento y el entorno laboral. Un aspecto que ha captado atención es cómo ciertas actividades cognitivas pueden influir en el riesgo de desarrollar la enfermedad.
Un nuevo estudio del Mass General Brigham (Estados Unidos) plantea que los trabajos que implican procesamiento espacial frecuente (como determinar una ruta de taxi o llegar al destino de una ambulancia) podrían estar asociados con menores tasas de mortalidad por enfermedad de Alzheimer.
El trabajo, publicado en el British Medical Journal (BMJ), analizó 443 ocupaciones a partir de datos de fallecimientos registrados entre 2020 y 2022 en el Sistema Nacional de Estadísticas Vitales de Estados Unidos. Entre los taxistas, solo el 1,03% falleció por Alzheimer, mientras que entre los conductores de ambulancia la tasa fue aún menor, 0,74%. Esto contrasta con otros trabajos del transporte como conductores de autobús (3,11%) o pilotos de avión (4,57%), que dependen menos del procesamiento espacial en tiempo real.
Según el autor principal, el doctor Vishal Patel, del Brigham and Women’s Hospital, “la misma parte del cerebro que crea mapas espaciales para orientarse en el entorno participa en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer”.
Aunque los autores advierten que se trata de un estudio observacional y no permite establecer una causa-efecto, los resultados sugieren que las ocupaciones cognitivamente exigentes, como las de taxistas y conductores de ambulancia, podrían tener un efecto protector frente al Alzheimer. Anupam B. Jena, coautor del estudio, resalta la importancia de analizar cómo las ocupaciones laborales pueden influir en el riesgo de demencia y si ciertas actividades cognitivas podrían ser preventivas.
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