¿Qué consecuencias hay en la vida adulta si se ha sufrido abuso infantil?

Expertos de la Universidad de Toronto han publicado una investigación al respecto

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Catalunyapress abusos
Foto: iStock

 

Las personas adultas que fueron víctimas de abuso físico o sexual durante la infancia presentan casi el doble de probabilidades de desarrollar problemas de salud tanto física como mental. Así lo revela un nuevo estudio de la Universidad de Toronto (Canadá), publicado en la revista Child Maltreatment

Además, el informe destaca que crecer sin una figura adulta protectora incrementa de manera significativa el riesgo de sufrir estas consecuencias a largo plazo.

El estudio identificó una serie de enfermedades vinculadas a los abusos en la infancia, como angina de pecho, artritis, asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), infarto de miocardio, depresión y discapacidades físicas. Estas asociaciones se mantuvieron incluso después de tener en cuenta otros factores como la edad, el origen étnico, el nivel de ingresos, la obesidad y los hábitos de salud de las personas encuestadas.

Uno de los hallazgos clave es que la ausencia de un adulto protector en el hogar, aunque no haya existido abuso físico o sexual, eleva entre un 20% y un 40% el riesgo de padecer enfermedades físicas, y duplica la probabilidad de sufrir depresión en la vida adulta.

El informe también detalla que quienes sufrieron abuso sexual (sin haber sido víctimas de abuso físico) tienen entre un 55% y un 90% más de probabilidades de enfrentar problemas de salud, en comparación con quienes no vivieron experiencias de abuso. Por su parte, los adultos que fueron víctimas solo de abuso físico muestran un aumento en el riesgo de entre un 20% y un 50%, aunque de forma menos marcada.

“La gente rara vez es consciente del impacto que las adversidades tempranas pueden tener en la salud en etapas posteriores de la vida”, señala Shannon Halls, primera autora del estudio y coordinadora de investigación en el Instituto del Ciclo de Vida y Envejecimiento de la Universidad de Toronto. “Nuestra investigación subraya el vínculo perjudicial entre el abuso en la infancia y una amplia gama de problemas de salud en la adultez”.

El estudio también analizó el efecto protector que puede tener la presencia de un adulto que brinde seguridad y apoyo emocional durante la infancia. Según los autores, contar con esta figura puede reducir significativamente el riesgo de padecer problemas de salud más adelante, incluso en casos donde existió abuso.

"Descubrimos que cuando los niños que sufrían abuso tenían un adulto protector en su hogar, el impacto negativo del abuso en su salud como adultos era menos severo", detalla la coautora Andie MacNeil, estudiante de doctorado en la Facultad de Trabajo Social Factor-Inwentash (FIFSW)

"Aunque se necesita más investigación para identificar los mecanismos precisos, es evidente que estas relaciones pueden desempeñar un papel clave en el apoyo a los niños y la mitigación de los efectos adversos del abuso sobre la salud", manifiesta. La presencia de un adulto protector no únicamente era importante para los niños que habían sufrido abusos, sino también para los que no los habían sufrido.

Así, los niños que no contaban con un adulto protector en su hogar, independientemente de si habían sufrido abusos en la infancia, tenían entre un 20% y un 40% más de probabilidades de sufrir consecuencias adversas para la salud física y el doble de probabilidades de sufrir depresión en la edad adulta. "Lo que esto implica es que la falta de relaciones seguras y estables con los adultos puede ser tan perjudicial para la salud de los niños como el abuso físico", advierte la autora principal Esme Fuller- Thomson, profesora de la FIFSW y directora del Instituto de Curso de Vida y Envejecimiento de la Universidad de Toronto.

Los autores del estudio señalan la necesidad de que futuras investigaciones analicen específicamente estos hallazgos. "Será importante en futuras investigaciones investigar por qué algunos adultos en el hogar no protegen adecuadamente a los niños y discutir posibles intervenciones de prevención primaria que puedan ayudar a los padres a proporcionar un entorno más protector para los niños" , finaliza el coautor Philip Baiden, profesor asociado en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Texas en Arlington.

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