Peter Pan vuela en la Cúpula de Las Arenas
“Peter el musical” es un espectáculo muy adecuado para los niños -los hubo en la noche del estreno y a juzgar por sus reacciones, disfrutaron de lo lindo. Pero también para el espectador adulto, capaz de ir más allá de lo superficial y admirar el rigor con que los artistas evolucionan sobre el escenario.
El espectacular centro comercial de Las Arenas de Barcelona está coronado por una terraza cuyo centro ocupa una gigantesca cúpula. Se trata de un espacio de enormes dimensiones que permite su utilización con diferentes finalidades. De forma intermitente, la teatral. Bajo dicha cúpula hemos visto algunos musicales de gran formato y extraordinaria espectacularidad, porque el lugar se presta a ello. Razón más que suficiente para que haya sido recuperado durante un mes con el fin de presentar al público barcelonés “Peter, el musical”, un fastuoso e imaginativo espectáculo sobre la leyenda de Peter Pan que se ha estrenado en media docena de países y ha conseguido más de cinco millones de espectadores.
Tomás Padilla, responsable de la dirección de este musical, no ha escatimado recursos y ha contado con valiosos elementos. En primer lugar, con una compañía formada por dieciocho artistas de notable versatilidad porque cantan, bailan e interpretan con igual propiedad. En segundo lugar, con una escenografía compleja pero muy bien diseñada, cuya articulación permite cambiar de contextualización temática en un plis plas. Y finalmente, con unos efectos especiales muy llamativos que permiten que el protagonista y alguno otro de los participantes se desplacen volando de un punto a otro del escenario.
Con estos mimbres se ha configurado un musical en el que la línea narrativa de la peripecia de Peter Pan por el país de Nunca Jamás enlaza con habilidad la realidad y la fantasía, logrando números sumamente vistosos. Nos llamó muy particularmente la atención el baile de las sirenas en el fondo del mar y el del campamento indio. También el barco pirata, con la súbita aparición de un gigantesco cocodrilo que se engulle al capitán de los forajidos ante la estupefacción del púbico infantil.
Porque, en efecto, “Peter el musical” es un espectáculo muy adecuado para los niños -los hubo en la noche del estreno y a juzgar por sus reacciones, disfrutaron de lo lindo. Pero también para el espectador adulto, capaz de ir más allá de lo superficial y admirar el rigor con que los artistas evolucionan sobre el escenario (hay verdaderos bailarines-atletas) Todo ello hace de este musical un espectáculo muy complejo y poliédrico, en definitiva, un verdadero “espectáculo familiar” que permite, además, disfrutar a la entrada y la salida de la cúpula de uno de los mejores miradores de la ciudad.
No soy más que el barquero de una patera de esclavos que no saben que lo son y que además se diferencian de los siglos anteriores en que antes iban a buscarlos y ahora son ellos mismos los que van por iniciativa propia.
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