Álvaro Retana: el triste sino del escritor erótico que escandalizó la España de principios del siglo XX

Álvaro Retana fue un escritor prolífico de narrativa erótica y cuplés sicalípticos (“Ven y ven”, “Las tardes del Ritz”) que ganó fama por su audacia en el primer tercio del siglo XX, pero que hubo de purgar ese currículo durante los duros años de la posguerra

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2024.01.15.El franquismo contra Álvaro Retana

 

Álvaro Retana se publicitó como “el novelista más guapo del mundo”, algo que atribuyó a una desconocida Misha Darrys, pero que José Martínez Rubio atribuye al propio interesado en su ensayo “El franquismo contra Álvaro Retana” (Renacimiento), obra en la que analiza la obsesión que tuvo el régimen anterior por impedir la continuidad literaria de este escritor que ganó fama durante el primer tercio del siglo XX como prolífico autor de narrativa erótica -más de cien obras publicadas 1913 y 1936- y asimismo de populares cuplés “Ven y ven o “Las tardes del Ritz, ente otros muchos). El también escritor Luis Antonio de Villena lo ha llegado a considerar como el “ángel de la frivolidad”, aunque, según Martínez Rubio, “siempre se vanaglorió de la celebridad conquistada acaso como forma de contrarrestar el prestigio que se le negaba”.

 

Temas como la infidelidad matrimonial, la prostitución, la homosexualidad, el poliamor, el consumo indiscriminado de estupefacientes y, en general, la libertad sexual sin ataduras, estuvieron presentes en una obra literaria que dio lugar a infinidad de títulos publicados por lo general en ediciones de bajo coste destinadas al consumo popular. Él siempre se defendió arguyendo que exponía realidades que no intentaba justificar ni compartía como autor por lo que, según el citado investigador, “la calculada ambigüedad de Álvaro Retana no concernía solamente a su sexualidad, sino también a la posiciones morales, pues no dudaba en atacar los mismos placeres que evocaba en sus narraciones”.

 

Trabajador infatigable fue “además de novelista galante, articulista en periódicos y revistas, compositor y letrista de cuplés y espectáculos de variedades, diseñador de figurines para el teatro, aficionado y actor ocasional en el mundo del cine, crítico y ensayista en el mundo del espectáculo”. Y por si esto no fuera suficiente, funcionario del Tribunal de Cuentas, a cuya oficina acudía puntualmente hasta que fue destituido primero por la República en tiempos de la guerra civil y luego por el franquismo, que solo le rehabilitó muchos años más tarade para jubilarle seguidamente.

 

Esta actividad le costó numerosos sinsabores y padeció prisión durante la dictadura de Primo de Rivera y dos largas penas de cárcel durante el franquismo (1940-1944 y 1945-1948) y eso gracias a que le fue conmutada una pena de muerte que le fue dictada en 1939 por una imprudente carta enviada un año antes al jefe del SIM republicano solicitando se le adjudicase la custodia de ciertas piezas litúrgicas para su disfrute particular  (“una custodia grande para incrustarle por un lado un reloj y por el otro un retrato de la Chelito, un cáliz para poner res rosas con los colores de la bandera republicana, una imagen del niño Jesús para vestirlo de miliciano con su fusil al hombro”.

 

Su liberación no supuso la recuperación de la actividad literaria puesto que entre 1948 y 1970, en que falleció, la censura solo le autorizó dieciséis obras, cuestión que constituye la parte principal del estudio de Martínez Rubio quien ha investigado en el Archivo de Alcalá de Henares los 72 expedientes que se instruyeron al efecto y reproduce los informes de los censores, muchos de ellos religiosos profesos. “La censura -dice- se mostró implacable con Álvaro Retana” y ello a pesar de que intentó suavizar temas, cambar títulos y aderezar textos con elogios del franquismo “con la desenvoltura del autor que cambia de idea como de calzoncillos”. Por lo que entiende que “en muchas ocasiones los juicios de los lectores (entiéndase censores) se centraban más en la figura del autor que en su posible escritura”.

 

Su salvavidas económico fue, en esto años difíciles, la resurrección del género ínfimo a partir del estreno en 1957 de “El último cuplé”, que permitió recuperar muchas de sus canciones y percibir por ello los correspondientes derechos de autor. Buena falta le hacía a aquel escritor del que Martínez Rubio duda que fuera republicano y menos aún partidario del Frente Popular, cuyo gobierno le confiscó durante la guerra sus propiedades, pero al que el franquismo no perdonó nunca ni su vida libertina, ni su procacidad literaria.

1 Comentarios

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Interesantísimo el trabajo de investigación de José Martínez Rubio. Indaga en lo olvidado del pasado.

escrito por Silvia Cárcamo 15/ene/24    20:55

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