Una sangría que no cesa: el cierre de las salas de cine en Catalunya

Comarcas como l'Alta Ribagorça, el Pallars Sobirà, la Segarra y el Pla de l'Estany no tienen ninguna sala en funcionamiento

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Catalunyapress balancatancat

 

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El Palau Balaña, al lado de la Estación de Sants de Barcelona, está cerrado. Foto: Google Maps

 

 

El caso del Comedia de Barcelona ha sido el último cine que ha cerrado sus puertas recientemente (lo hizo el pasado domingo 14 de enero), pero esto no deja de ser una gota en un océano; en los últimos años, cada vez más salas han ido bajando las persianas, principalmente en la capital de Catalunya (que concentra un buen número de ellas) como en el resto del territorio.

 

A falta que el Idescat actualice los datos del sector (lo hizo por última vez en 2021), el goteo de cierres es evidente; en 2017 en el conjunto de Catalunya había 138 salas, mientras que hace 3 años (ya en plena pandemia), el número había descendido a 132... pero si se amplía el foco se puede ver que Catalunya perdió 100 cines entre el 2000 y el 2020.

 

Tras el cierre del Comedia (el primero de 2024), hay otras salas que están en riesgo; es el caso del multicines de Calafell (Baix Penedès), declarados espacio de interés social en 2020... pero que desde hace unos meses su continuidad está en riesgo.

 

Barcelona también perdió el cine Icaria Yelmo en verano del año pasado (uno que destacaba por su apuesta por las películas en versión original) tras prácticamente 3 décadas en uno de los centros comerciales de la zona de la Vila Olímpica... que también terminó cerrando.

 

Esta tendencia de cierres, acentuada en las últimas décadas, ha causado que haya algunas comarcas donde no hay ninguna sala de cine en funcionamiento; l'Alta Ribagorça, el Pallars Sobirà, la Segarra y el Pla de l'Estany hace años que no brindan este servicio a los vecinos que viven en sus ciudades y pueblos, haciendo que tengan que viajar a ciudades y capitales próximas si quieren ver algún estreno.

 

REINVENTARSE O SEGUIR MURIENDO

 

Ante esta disyuntiva, las salas deben elegir entre reinventarse o seguir muriendo, ya que cada vez menos gente acude a ellas de forma regular, argumentando que el precio que se debe pagar es alto. Y si no únicamente se compra la entrada, sino que se quiere consumir algo de lo que se vende (palomitas o chucherías), el precio se dispara todavía más. Y si se va en familia, todavía más.

 

Así, muchas de ellas se han fijado en lo que triunfa: las plataformas de streaming y han optado por, en la medida de lo posible, replicar (o copiar) su estrategia. De este modo, se han empezado a crear opciones como elementos de fidelización en algunas de las cadenas que operan las salas.

 

Así, en el caso de Cinesa, por 15,90 euros al mes, los suscriptores pueden disfrutar de sus cines tanto como quieran y puedan... lo que es más barato que la cuota de Netflix.

 

Del mismo modo, en otoño, desde hace años, las salas que lo quieren participan en la Fiesta del Cine, en las que se ponen a la venda entradas a precios económicos durante 4 días para atraer a más espectadores. En la penúltima edición, en el conjunto de España, se contabilizaron 1,3 millones de espectadores en tan solo cuatro días, lo que representa un incremento del 82,2% en comparación con hace 2 años.

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