“El collar de la reina”, una divertida farsa sobre el ocaso del antiguo régimen (Akadèmia)

Ricard Farré y Arnau Puig proponen un divertido juego escénico en forma de farsa sobre la crisis del antiguo régimen.

 

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El collar de la reina
El collar de la reina

 

 

Una de las funciones del espectáculo teatral es, sin duda, el ejercicio de la crítica, tanto social, como política. Muchos autores optan por desarrollarla mediante la utilización de los grandes géneros, el drama o la tragedia, que invitan al espectador a meditar sobre las contradicciones y desafíos del género humano contemplando el desarrollo de conflictos con un lenguaje que suele estar revestido de solemnidad. Pero los hay que, sin renunciar a esta función desmitificadora, prefieren utilizar otro lenguaje mucho más cercano y accesible y, además, probablemente, todavía más eficaz: el de la farsa. Tal cual han hecho Ricard Farré y Arnau Puig con “El collar de la reina”, que se presenta en el Teatro Akadèmia.

 

En base a una escandalosa estafa orquestada en torno a cierto collar que habría debido ir destinado a lucir bien madame Du Barry, bien la reina María Antonieta, los autores reflejan la corrupción y el alejamiento de la realidad social que vive la alta nobleza en la Francia en los prolegómenos de la convulsión revolucionaria de 1789. Lo han hecho escribiendo con suma habilidad un texto dialogado puesto que son dos los únicos intérpretes del mismo, aunque a cada uno de ellos corresponde encarnar diversos personajes en distintas etapas históricas.

 

Uno de los coautores, Arnau Puig, ha asumido sobre el espacio dramático el rol masculino, mientras que para el femenino ha sido escogida Marta Pérez. La simbiosis ha resultado a todas luces afortunada porque la interacción entre ambos es, pese al trepidante desarrollo de la función, correcta y milimétrica y ello resulta aún más meritorio si tenemos en cuenta que deben ir alternando papeles distintos y sucesivos, con sus correspondientes cambios de vestuario, lo que les obliga a un meritorio y sorprendente fregolismo. Una modesta pero ingeniosa tarima central con puertas abatibles permite alterar escenarios -con el auxilio de algunas indicaciones escritas en pantalla- y facilita la aparición y desaparición de los intérpretes o el cambio de su indumentaria. El ajuste de tan complejos elementos ha estado dirigido acertadamente por Adrià Aubert y Carla Coll de tal modo que “El collar de la reina” resulta un espectáculo de excelente factura y, además, muy divertido.

 

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