Apolo: la vida de Paz Padilla contada con buen humor

“Soy una actriz, sin método, pero actriz” dice la antigua auxiliar de enfermería Paz Padilla que compatibilizó su profesión sanitaria con la interpretación para acabar convirtiéndose en personaje popular por sus reiteradas apariciones en la pequeña pantalla. “Al punto de que cuando compatibilizaba ambos oficios y seguía trabajando en el hospital de Cádiz los enfermos querían que las pruebas se las hiciera yo”. Lo explicó con desinhibidamente y con gracia en un libro que tituló “El humor de mi vida” que transformó luego en monólogo teatral. Tuvimos ocasión de verlo en el teatro Apolo hace un par de años y ahora ha regresado a ese mismo escenario. A juzgar por la afluencia de público, con excelente acogida.

Son algo más de cien minutos en los que la actriz se desenvuelve con pleno dominio de las tablas y desgrana esa peripecia personal haciendo que todo fluya con naturalidad. Y ello ocurre incluso cuando tiene que recordar los momentos más trágicos de su existencia, tarea que hace sin caer en la lágrima fácil. Porque buena parte del monólogo lo dedica a relatar la convivencia con Antonio, el amor de su vida, y la tragedia que padeció cuando se le detectó una enfermedad incurable. Un hecho íntimo que Padilla describe paso a paso y demuestra que tras las bambalinas de una carrera que bien puede calificarse de exitosa y fulgurante hay, sin embargo, claroscuros personales asumidos con dolor pero que pueden ser, a la vez, contemplados con esperanza.

Habida cuenta que el monólogo es la prueba del algodón para cualquier intérprete porque obliga a capturar la atención del espectador durante toda la duración de la función sin que se produzca un solo hiato, Padilla sale brillantemente de ese reto puesto que consigue mantener la comunión con el público de principio a fin, disponiendo como único acompañamiento de un guitarrista que subraya su palabra y pone música a alguna de la canciones que interpreta.