Alberto Conejero reinterpreta el mito de Aquiles y Patroclo (“En mitad de tanto fuego”)
Rubén de Eguía protagoniza un inspirado monólogo en el que el dramaturgo jienenses interpreta la relación entre los dos legendarios personajes
Aunque quizá por estos pagos no sea conocido como merece, Alberto Conejero es uno de los más acreditados dramaturgos españoles contemporáneos. Jienense afincado en Madrid, donde desde hace cuatro años dirige el Festival de Otoño, se ha caracterizado, entre otros aspectos, por una manifiesta defensa de la identidad gay, algo que ha tenido consecuente reflejo en su obra. Es en este contexto en el que hay que interpretar su interés por el mito de Aquiles y Patroclo, dos personajes de leyenda que representan el sentido de la amistad llevado a nivel supremo de tal modo que, si bien los textos clásicos no son explícitos sobre el particular, no es desatinado colegir que pudo sublimarse, más allá de la mera camaradería de armas, también en su consiguiente expresión afectiva y acaso incluso sexual. Tal es el significado profundo que subyace en el texto de “En la ardiente oscuridad”, un monólogo de Conejero que se ha estrenado en el teatro Akadèmia.
En palabras de su autor, “no es una adaptación ni una versión libre del texto de Homero. Es una aproximación absolutamente personal e íntima a unos materiales que me obsesionan desde la adolescencia. Es también un reconocimiento de los propios fantasmas en los fantasmas que recorren la Ilíada, de ahí que junto a la cantera inagotable del poema griego aparezcan referencias y citas de Safo, Pedro Lemebel, Anne Carson, Luis Cernuda, voces cercanas y queridas…”.
“En la ardiente oscuridad” es texto largo, lo que hace que el único intérprete esté obligado a realizar un esfuerzo punto menos que sobrehumano. La elección de Rubén de Eguía, bajo la dirección de Xavier Albertí, resulta por tanto acertada puesto que el actor barcelonés responde plenamente a las más ambiciosas expectativas e interpreta el texto de Conejero con la adecuada expresión requerida en cada uno de sus momentos o escenas, subrayados, a falta de escenografía, por la inteligente e imaginativa utilización de la iluminación, obra del propio director conjuntamente con Toni Ubach.
Más allá de la interpretación del mito que propone Conejero y de sus variables temáticas (amistad, guerra, entrega, sacrificio, sufrimiento, amor…) “En la ardiente oscuridad” es expresión de la belleza de la palabra bien dicha en su absoluta desnudez.
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