Estreno en Barcelona de la nueva versión de “Priscilla, reina del desierto” (Tívoli)

Justamente el año en que se cumple el trigésimo aniversario de la película se estrena en la ciudad condal una nueva versión teatral del musical que se ha convertido en un mensaje de tolerancia y todo un referente del género

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Priscila, reina del desierto, en Tívoli

 

Durante mucho tiempo el itinerario normal de una obra exitosa determinó que del teatro pasara al cine, pero poco a poco se han invertido las tornas y no es infrecuente que ahora ocurra al revés. El éxito obtenido por “Priscilla, reina del desierto”, un filme escrito y dirigido por 
Stephan Elliott, hizo posible que doce años después se llevara a los escenarios, donde ha sido versionada en diferentes ocasiones. La última, ahora mismo a cargo de Simon Philips, con un montaje fastuoso que inicia su periplo precisamente en teatro Tívoli de Barcelona.

En el contexto de una cartelera fecunda en su oferta de musicales capaces de satisfacer todos los gustos, resulta difícil dilucidar quién supera a quien, pero lo cierto es que este nuevo montaje de “Priscilla, reina del desierto” consigue una destacada posición. Los productores no han escatimado recursos tanto en los decorados, el vestuario -absolutamente fastuoso e imaginativo, con 500 trajes, 200 sombreros y tocados y 150 pares de zapatos-, y los efectos especiales, como, por supuesto, en el reparto, en el que Cristóbal Garrido, Víctor González y Daniel Garod desempeñan los papeles protagonistas (la transexual Bernadette, y los drags Tick y Felicia) acompañados de un conjunto de excelentes cantantes-bailarines. Todos ellos con música en riguroso directo. 

Recordemos que Elliot relató cómo habría podido ser el desplazamiento de tres artistas LGTBI desde Sidney hasta Alice Springs con el fin de actuar en el casino de dicha población situada en el centro del inmenso desierto australiano. En realidad, es la excusa encontrada por uno de ellos para ir acompañado a conocer el hijo que tuvo nueve años atrás y al que todavía no ha visto nunca. Para ello han de recorrer en microbús un largo camino en cuyo transcurso se produce una sucesión de anécdotas, entre las que no faltan divertidos contactos con colectivos indígenas australianos, pero también incidentes, como averías técnicas o actitudes de incomprensión, menosprecio y abierta homofobia, porque la mentalidad rural no es la misma que la de la gran ciudad. Una historia sencilla, muy humana, desarrollada por el autor de forma que la peripecia vivida por los tres amigos sirva de pretexto para tratar de la amistad y del amor, pero también de la diversidad y la tolerancia.

En todo caso y como se trata de una obra musical, el eje argumental es la herramienta que permite la inclusión de números musicales de gran efecto. Hay en el espectáculo un total de 25 piezas, entre otras de Madonna, Tina Turner, Supertramp, Gloria Gaynor, Village People o Donna Summers porque, como dice Philips, “el universo drag, apropiándose como urraca feliz de los grandes éxitos de la divas clásicas para sus fines engañosos e irreverentes, ofrece una plataforma maravillosa para la creación de números inolvidables, sin perder en ningún momento su contacto con la realidad como sucede en la mayoría de los musicales”.

Esta última versión de “Priscilla, reina del desierto” puede disputar sin duda la primacía entre todas las que hemos tenido la oportunidad de ver hasta el momento y ocupa desde ahora mismo un lugar destacado en la oferta teatral barcelonesa como punto de partida de su posterior singladura por otras ciudades.

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