“Trampantojo” reivindica la aportación de Al Ándalus a la identidad española

Siguiendo la tesis de Américo Castro, María Villarejo propone en un montaje teatral el protagonismo que tuvo la herencia andalusí

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Teatro.Fénix.Trampantojo (1)

 

El siglo XX fue pródigo en nuestro país en toda suerte de polémicas, lo que sin duda fue prueba fehaciente de un momento de intensa y fecunda vida intelectual. No solo políticas, sino de todo tipo, tales filosóficas y/ o históricas porque a veces estas dos áreas están fuertemente entrelazadas entre sí. Una de ellas, tan longeva que ha llegado prácticamente hasta nuestros días, fue la surgida entre Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro en torno a los elementos conformadores de la historia de España, tesis que dieron lugar a sendas obras emblemáticas de cada uno de los citados autores. Para el primero, la identidad española fue heredera directa de la aportación romano-cristiana, siendo los demás elementos concurrentes accesorios, mientras que Castro entendía que dicha identidad era el fruto de una aculturación progresiva que se enriqueció sustancialmente con las aportaciones árabe y judía.

No sé si María Villarejo ha tenido en cuenta esta polémica a la hora de concebir el espectáculo “Trampantojo” que se presenta en la sala Fénix pero, en todo caso, voluntaria o involuntariamente parece evidente que se decanta por la tesis de don Américo puesto que reivindica con énfasis el papel de Al Ándalus y de la cultura judía. Lo ha hecho no en forma de plúmbea tesis historiográfica para solaz de voraces expertos, sino utilizando las herramientas de las artes teatrales y concibiendo un espectáculo de excelente factura en su misma sencillez.

Cuatro mujeres, pues el espectáculo es exclusivamente femenino, dos de ellas instrumentistas y las otras dos actrices y cantantes (Ana Nicolás, Cristina Sales, Marina Tomàs y María Villarejo, con la colaboración en off de Lía Sampai) ejecutan un itinerario dramático que se desarrolla en forma de recitados, pasos coreográficos y canciones, interpretadas éstas, por cierto, con muy agradable voz y todo ello subrayado por un eficaz diseño luminotécnico de Selene Sánchez de Carvalho.

Como dice la autora de la idea, responsable de su dramaturgia y directora, “volem difondre i visibilitzar la petjada andalusina que forma part del nostre present i que tant s’esforcen tant a esborrar. Assistirem, doncs, a un relat històric diferent de com ens l’han explicat fins ara on la dansa, el cant i la música en viu, el text i el teatre físic i visual es combinen en aquesta proposta multidisciplinaria”. Y, en efecto, a la chita callando, sin afán dogmático y sin excesos de didactismo, en “Trampantojo” se formula una tesis todo lo discutible que se quiera, pero perfectamente respetable y asumible y se hace de forma plácida, sin alharacas, modesta pero muy eficazmente, logrando que el espectador se sumerja en este universo que seguramente le ayudará a comprender mejor ciertos rasgos de nuestra personalidad colectiva.

Poco más hay que añadir salvo que “Trampantojo” es en nuestra modesta opinión y hasta la fecha uno de los mejores espectáculos presentados en esta sala de la calle Riereta e incluso en el conjunto de los llamados teatros de bolsillo de nuestra ciudad.  

 

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