El regreso de “Grease” en el cincuentenario de su estreno (Tívoli)
El mítico musical sobre la peripecia de los alumnos de un instituto de secundaria norteamericano de los años 50 regresa en una nueva versión con cantables traducidos al castellano y una compañía con mayoría de intérpretes catalanes
Lo hemos dejado escrito en reiteradas ocasiones: las comedias musicales, herederas o hijas naturales de la ópera cómica y de la zarzuela y consagradas como un género con personalidad propia a lo largo de siglo XX, tienen ya a estas alturas, al igual que sus predecesoras, títulos que han adquirido por méritos propios la condición de clásicos. Sea por la originalidad de su libreto, la calidad de la música o la feliz materialización que han tenido, bien sobre los escenarios, bien en la pantalla grande. Factores todos ellos que han elevado a la citada categoría a “Grease”, obra tanto en su libreto, como en la música, de Jim Jacobs y Warren Casey. Buena prueba de ello ha sido su longeva vida, puesto que, estrenada en 1972, ha alcanzado el medio siglo con plena aceptación. Ello ha dado motivo a que se repusiese con todos los honores y en un nuevo montaje que llega a España de la mano de Som Produce, productor responsable de otros montajes emblemáticos; el último de ellos, “Chicago”, pero también “Sonrisas y lágrimas, “Priscilla, Reina del Desierto”, “Cabaret”, “West Side Story”, “Billy Elliot”, ¡“Matilda” o “Mamma Mia!”.
El nuevo “Grease” (“Brillantina”) ha debutado en el teatro Tívoli de Barcelona en adaptación y dirección de David Serrano y en versión castellana, incluidas la letra de las canciones y producción. Poco se puede añadir, que no se haya dicho ya, sobre el esquema argumental de esta comedia musical en la que se refleja cómo pudo ser la vida de los adolescentes de un instituto de secundaria de los Estados Unidos, qué tipo de actitudes, modos de vida y relaciones se establecían entre ellos y con qué músicas bailaban, situado todo ello en el contexto de algo tan antiguo y permanente como una historia de amor entre un chico y una chica: Danny Zuko y Sandy Olsson. Ambos como epicentro de un retablo de adolescentes arquetípicos: los machitos lederones, las muchachas protofeministas -una de ellas, la liberada de toda suerte de prejuicios- a las que se incorpora la ingenua que no rompió nunca un plato y que descubrirá cómo su novio veraniego es un tremendo camaján con la consiguiente decepción… desde luego temporal. Es difícil, por no decir que punto menos que imposible, para cualquier productor conseguir que un nuevo montaje nos permita olvidar a John Travolta y Olivia Newton-John. Algo que, sin embargo, consiguen con toda propiedad Mía Lardner y Quique Nizam, acompañados de una compañía de excelentes actores/actrices que son a la vez disciplinados bailarines y buenos cantantes -muchos de ellos, por ciertos, catalanes- e interpretan lucidamente las coreografías de Toni Espinosa con música en directo bajo la batuta de Jesús Serrano.
La principal virtud de “Grease” es, pese a la citada contextualización en los años 50, su intemporalidad, porque los lances, aventuras, engaños, sueños, decepciones, alegrías y amores de los adolescente son y serán siempre muy parecidos, por lo que la comedia conserva plena actualidad en este nuevo montaje que resulta a todas luces espectacular. Una nueva oportunidad para que los que ya lo vieron en cine o teatro vuelvan a disfrutar con un excelente musical y los nuevos espectadores descubran lo que dijimos al principio: todo un clásico por demás divertido y con una música que sigue deleitando nuestros oídos… e invitándonos a bailar, como hacen espontáneamente muchos espectadores al término de la función.
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