“Lapònia” o cuando los reyes son los papás (Condal)

Cierto hecho banal, producido a resultas del encuentro entre dos matrimonios, genera una situación conflictiva que da lugar a una conclusión inesperada

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Una escena de Lapònia
Una escena de Lapònia

 

Si hay un paradigma teatral exitoso y bien aprovechado en las salas teatrales de nuestro tiempo -sin ir más lejos, en las de Barcelona- es el que denominamos “comedia de matrimonios”. Es decir, una trama dramática construida en torno a cuatro personajes -dos parejas no necesariamente sentimentales- que se encuentran accidentalmente en un punto y momento determinados con cualquier motivo y entre los que surge inopinadamente cualquier conflicto por nimio que sea pero que derivará en un final sorprendente. Es heredero directo del principio de las “tres unidades” del teatro neoclásico (acción, tiempo y lugar) y se adapta como un guante a las necesidades de la producción actual porque no exige arriesgadas inversiones, entre otras razones por el parvo número de intérpretes, y permite resolverlo todo en un tiempo no superior a los noventa minutos, que es la actual duración estándar de cualquier espectáculo teatral. 

Maestra del género es la escritora francesa Yasmina reza, de la que conocemos dos de sus obras de este tipo: “Arte” y “A un dios salvaje”, esta última justamente ahora mismo en la cartelera barcelonesa. Pues bien, coincidiendo con el texto de Reza, Cristina Clemente y Marc Angelet estrenan “Lapònia” en el teatro Condal.

¿Son ambos autores tributarios conscientes de la última obra citada de Reza o es fruto de la casualidad? Porque lo cierto es que el esquema dramático de “Lapònia” recuerda indefectiblemente el de “A un dios salvaje”: pareja de matrimonios con hijo/a que, una vez reunidos, se enfrentan a cierto problema sobrevenido. En fin, bien pudiéramos decir aquello de “nihil novum sub sole”. Establecido el explicitado “dejá vu”, queda al arbitrio de los autores que se inclinan por este esquema de carpintería teatral escoger el tono dramático, cómico, satírico, romántico o de cualquier otro signo con el que pretendan singularizar su obra. No queda muy claro si el escogido en esta ocasión -cómico- en fruto deliberado y Clemente y Angelet o resultado de la aportación de Nelson Valente, responsable de la dirección del montaje. Parece, en todo caso, una decisión acertada, porque lo cierto es que el punto de partida de conflicto (la revelación de un menos a otro de la autoría real de los regalos navideños) es baladí y no invita al dramatismo existencial. Contribuye a ello la actuación de Miriam Iscla y David Bages, que acentúan el carácter paródico de sus personajes, en contraste con la actuación más comedida de Anna Sahun y Albert Prat.    

Cuanto ha quedado escrito no nos impide añadir que “Lapònia” es, al margen de su discutible originalidad, una comedia bien estructurada, correctamente interpretada, adecuadamente “vestida” en lo que respecta a su ambientación -abstracción hecha de que la ficción narrativa se supone que ocurre en la lejana Finlandia- y, por consiguiente, entretenida y agradable.  

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