Fallece Mario Vargas Llosa a los 89 años: se despide una era dorada de la literatura latinoamericana

Vivía en Lima, la capital de Perú

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Mario Vargas Llosa, en el acto de España Ciudadana en Málaga
Su legado es inmenso, tanto en calidad como en cantidad, y abarca más de seis décadas de escritura incansable, Foto de Archivo

 

El escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa ha fallecido a los 89 años en su residencia de Lima, donde vivía desde 2022. La noticia fue confirmada por su hijo Álvaro Vargas Llosa a través de la red social X: “Con profundo dolor, hacemos público que nuestro padre ha fallecido hoy en Lima, rodeado de su familia y en paz”.

Con su partida, se cierra un capítulo irrepetible de la narrativa en lengua española. Vargas Llosa fue uno de los últimos grandes representantes del llamado “Boom latinoamericano”, aquella generación que revolucionó la literatura en el siglo XX junto a nombres como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar o Juan Rulfo. Su legado es inmenso, tanto en calidad como en cantidad, y abarca más de seis décadas de escritura incansable, desde La ciudad y los perros (1963) hasta sus obras más recientes.

Autor comprometido, intelectual combativo, Vargas Llosa nunca se limitó a la ficción. Su voz resonó también en el ensayo, el periodismo y la política. Fue, como dijo alguien una vez, alguien que “hubiera triunfado en cualquier campo”, pero que eligió, con vocación temprana, ser escritor. Y no cualquier escritor, sino uno de los más ambiciosos de su siglo.

Premio Nobel de Literatura en 2010, Vargas Llosa fue también candidato a la presidencia de Perú en 1990 y, años más tarde, adquirió la nacionalidad española. Su trayectoria fue tan brillante como polémica, y su figura pública generó tanto admiración como rechazo. Pero su talento narrativo, su capacidad para construir mundos y retratar el poder, la violencia y el deseo, permanecerá como parte del canon literario.

Su obra puede dividirse en dos grandes etapas. La primera, de carácter monumental, incluye novelas como Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo o La fiesta del Chivo, donde desplegó su estilo más denso y complejo. En una segunda etapa, más irregular, Vargas Llosa alternó novelas menores con títulos de notable recepción, aunque con menor intensidad literaria.

En vida, fue muchas veces comparado —y enfrentado— con Gabriel García Márquez, tanto en lo literario como en lo personal. Aquella famosa bofetada que le propinó en 1976 selló simbólicamente una rivalidad que iba más allá de los libros. Eran dos visiones del mundo, del arte y de la política. Y al mismo tiempo, dos rostros de una misma moneda: la de los grandes narradores que llevaron la literatura latinoamericana al centro del escenario mundial.

Con su muerte, no solo desaparece un escritor. Se apaga una época en la que la literatura aún podía ser un acontecimiento, una forma de interpretar el mundo, un territorio de batalla ideológica y estética. Vargas Llosa fue el último de los grandes. Y con él, baja el telón de una generación irrepetible.

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