Núria Marquès, nadadora paralímpica: "Me muevo casi mejor por el agua que por la tierra"
La de Castellví de Rosanes sumará su tercera participación en unos juegos paralímpicos. Para París 2024, Marquès ha reconocido que "lo tengo un poco en blanco", aunque ha afirmado que "me gustaría hacerlo muy bien"
Núria Marquès (Castellví de Rosanes, 1999) es una de las deportistas más destacadas en la natación adaptada a nivel mundial. Su vida y carrera son un testimonio de perseverancia y superación. A pesar de haber enfrentado la amputación de una pierna debido a una discapacidad congénita, Marquès no se dejó vencer por las adversidades. En cambio, encontró su pasión en la natación adaptada y demostró que con esfuerzo y determinación, todo es posible.
Su caso es uno de las grandes irrupciones del deporte paralímpico español, ya que en sus dos primeras participaciones en los Juegos Paralímpicos acumula ya cuatro medallas, una de oro, dos de plata y una de bronze, a sus escasos 24 años. Especialmente remarcable resulta su carta de presentación en los Juegos de Río, cuando apenas tenía 17 años. La famosa ciudad costera de Brasil vio como Marquès grabó su nombre en la historia del movimiento paralímpico español, ya que la del Baix Llobregat se llevó un oro y una plata. Además, acumula 12 medallas en campeonatos mundiales y 20 en campeonatos europeos.
¿Cuándo empezaste a nadar?
Empecé de muy pequeña en el Club Natació Martorell, que está muy cerca de mi casa, porque mis padres decidieron llevarme por recomendación de los médicos, como hacen a todos los niños pequeños básicamente. La verdad es que me enganché mucho. Conseguí hacer un grupo muy bonito de entrenamiento en los cursillos. Lo pasaba muy bien yendo a nadar. Sentía que era un medio muy cómodo para mí y en el que me podía mover con mucha libertad. Esto ayudó a que siga dentro del agua hasta el día de hoy.
¿Qué significa para ti nadar?
Para mí nadar significa muchas cosas, al final es parte de mi vida. He nacido y crecido con ella. La natación y el agua es un medio como si fuera la tierra para mí. Me muevo casi mejor por el agua que por la tierra. En verano o en invierno siempre les comento a mis padres, que siempre acabo en un sitio donde hay agua. Es un medio que me atrae, que me engancha y que me da mucha libertad de movimiento para cualquier cosa. Me siento cómoda y me siento libre. Siento que puedo ser yo, que tengo mis pensamientos y que me puede evadir un poco de toda mi rutina diaria, de lo que serían los estudios o de cualquier otra situación. Es como un medio que me relaja también. Aparte me lleva a la parte contraria, que es la competición y los entrenamientos, que me hace esforzarme cada día y tener una constancia. Es un medio que me ha hecho crecer mucho.
"Me muevo casi mejor por el agua que por la tierra. [...] Es un medio que me atrae, que me engancha y que me da mucha libertad de movimiento. Me siento cómoda y me siento libre"
Naciste con una malformación en el fémur de la pierna izquierda. Pese a ello, ¿empezaste a hacer natación por recomendación médica o por que tus padres te apuntaron como a cualquier otro niño para que haga un deporte?
Fue un mixto. Yo nací con una malformación en el fémur. Al llevarme al hospital, el médico, yo creo que al final por recomendación a todos los niños les dicen que aprendan a nadar. Fue un poco por eso, mis padres me llevaron al agua desde muy pequeña y a partir de ahí, a mí la verdad es que me encantó. Mi hermano también lo llevaron de muy pequeño a la piscina y aún está allí. Él hace waterpolo. Prácticamente, somos un poco una familia de pececillos.
¿Cómo recuerdas los inicios en la natación?
Empecé de muy pequeña. Empecé con cursillos y ahí sí que empecé con nadadores sin discapacidad, con nadadores de convencional. Poco a poco, fui viendo que mi nivel era prácticamente igual que el de los demás porque justamente había empezado de muy pequeña. Mi adaptación a eso fue cero porque al final tiré como todo el mundo. Cuando llegué más o menos a la edad de poder competir que eran como unos siete u ocho años, cuando fue mi última operación, me planteé si me metía a competir o directamente no y seguir entrenando y nadando. La verdad es que a mí me daba pánico competir. Me daba mucho miedo, no sé aún por qué, pero me daba mucho respeto. La verdad es que tenía también un grupo muy guay de entrenamiento y de compañeros que me apoyaban un montón. Tenía un entrenador también en ese momento, Ricardo Blanco, que me acuerdo muchísimo de él porque fue mi primer entrenador. Él tampoco tenía ni idea de lo que era la natación adaptada en sí y los dos descubrimos juntos todo este mundillo.
"Yo en la vida había visto tantas personas con discapacidades tan diferentes. Me acuerdo de que me quedé impactada de decir ‘ostras, no siento que me observen, siento que todo el mundo tiene alguna cosa distinta, pero que es totalmente normal’"
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