La venta de vehículos eléctricos en Europa cae en picado

Esto ha generado preocupación tanto en la industria como en los reguladores

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La venta de vehículos eléctricos en Europa cae en picado | Europa Press

 

La caída en las ventas de automóviles eléctricos en la Unión Europea durante agosto de 2024 ha generado preocupación tanto en la industria como en los reguladores. Las ventas de vehículos eléctricos cayeron un alarmante 43,9% respecto al mismo mes del año anterior, tal y como ha recogido recientemente Euronews, mientras que las ventas totales de automóviles nuevos cayeron un 18,3%. Este descenso afecta a los principales mercados europeos, con Alemania liderando la caída (-27,8%), seguida de Francia (-24,3%), Italia (-13,4%) y España (-6,5%). En contraste, durante agosto de 2023, el mercado automovilístico experimentó un crecimiento del 21%, reflejando una tendencia más optimista.

A pesar del crecimiento modesto en las matriculaciones de vehículos nuevos entre enero y agosto de 2024 (+1,4%), los datos acumulados muestran que las ventas en Francia y Alemania han caído ligeramente en comparación con el año anterior. Sin embargo, España e Italia registraron un leve crecimiento, con aumentos del 4,5% y 3,8% respectivamente. La cuota de mercado de los vehículos eléctricos en la UE se sitúa en el 14,4%, muy por debajo del 21% registrado en 2023.

La situación ha generado inquietud respecto al cumplimiento de los objetivos de emisiones de CO2 fijados para 2025. La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) ha advertido que la industria necesita medidas urgentes para cumplir con la normativa de 95 gramos de CO2 por kilómetro para esa fecha. Entre los principales obstáculos, destacan la falta de infraestructuras de carga y recarga de hidrógeno, la escasez de energía verde asequible y los incentivos fiscales insuficientes. Además, la industria enfrenta problemas en el suministro de materias primas, hidrógeno y baterías, lo que agrava las dificultades de producción.

Si no se toman medidas inmediatas, las consecuencias podrían ser severas. Los fabricantes se verían obligados a detener la producción de hasta dos millones de vehículos o afrontar multas significativas por incumplimiento de las normativas de emisiones. Ante este panorama, ACEA ha mostrado su disposición a discutir medidas a corto plazo para asegurar que los objetivos de CO2 de 2025 sean alcanzables, pero queda claro que será necesario un esfuerzo conjunto entre los gobiernos, la industria y los consumidores para revertir la actual tendencia.

 

Los otros frentes abiertos para la industria automotriz europea

Además de los desafíos específicos que enfrenta la industria automotriz europea, el contexto global también agrava la situación. A nivel mundial, la demanda de materias primas esenciales para la producción de vehículos eléctricos, como el litio, el cobalto y el níquel, ha experimentado un aumento significativo de precios debido a la creciente competencia y las tensiones geopolíticas en las regiones donde se extraen estos recursos. Esta situación ha elevado los costos de producción, limitando el margen de maniobra de los fabricantes para ofrecer precios competitivos a los consumidores.

El desarrollo de una infraestructura de carga adecuada sigue siendo una de las barreras más grandes para la adopción masiva de vehículos eléctricos. Según datos recientes de la Comisión Europea, se estima que la Unión Europea necesitaría al menos 6,8 millones de puntos de carga para 2030, pero el progreso hasta ahora ha sido lento. Actualmente, el número de estaciones de recarga disponibles está muy por debajo de este objetivo, lo que crea incertidumbre entre los consumidores sobre la viabilidad de hacer la transición hacia los vehículos eléctricos.

Por otro lado, varios países han comenzado a retirar los incentivos fiscales y las subvenciones para la compra de vehículos eléctricos, lo que ha afectado negativamente a las ventas. Países como Alemania y Francia, que habían sido líderes en ofrecer incentivos generosos, están revisando sus políticas debido a la presión fiscal y el coste de mantener estos programas a largo plazo. Sin estos incentivos, la ventaja financiera de optar por un vehículo eléctrico disminuye considerablemente frente a los modelos tradicionales de combustión.

En cuanto a la energía verde, que es crucial para que los vehículos eléctricos cumplan su promesa de reducir las emisiones de CO2, su despliegue sigue siendo insuficiente. Las inversiones en fuentes renovables como la solar y la eólica no han avanzado al ritmo necesario para cubrir la demanda adicional que generaría una flota de vehículos eléctricos en crecimiento. Esto plantea el riesgo de que muchos de estos vehículos terminen siendo alimentados por electricidad generada a partir de fuentes no renovables, lo que reduciría su impacto positivo en las emisiones globales.

 

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