Las elecciones en Georgia acaban con una crisis política: la oposición las tilda de "fraude"
Este resultado marca un obstáculo importante en las aspiraciones de Georgia de acercarse a la Unión Europea
Este sábado, Georgia celebró elecciones parlamentarias que arrojaron un claro ganador: el partido Georgian Dream (GD), que obtuvo el 54% de los votos. Sin embargo, los resultados han desencadenado una crisis política. La coalición opositora pro-occidental, que no reconoce el triunfo de GD, ha calificado el proceso como un “golpe constitucional”, cuestionando su legitimidad y acusando de fraude al partido ganador. Este resultado marca un obstáculo importante en las aspiraciones de Georgia de acercarse a la Unión Europea (UE), pues fortalece el rumbo conservador y pro-ruso que ha venido tomando el país bajo el liderazgo de GD.
La victoria de Georgian Dream representa una consolidación del poder de una administración que ha promovido un alejamiento de Occidente y un acercamiento a Rusia. Este enfoque ha comprometido los intentos de Georgia de integrar la UE, una meta prioritaria para una buena parte de la población georgiana, especialmente en las zonas urbanas y entre los jóvenes. El proyecto europeo, que había ganado impulso tras la concesión del estatus de candidato por la UE en 2023, se encuentra ahora en pausa debido a políticas controvertidas, como la ley de “agentes extranjeros” promovida por GD, que exige a los medios y ONGs registrar su financiamiento cuando reciben más de un 20% de fondos extranjeros. Esta legislación, ampliamente criticada por asemejarse a leyes represivas en Rusia, es vista por muchos como un mecanismo para limitar la libertad de expresión y acallar la disidencia política.
La coalición opositora, liderada por el Movimiento Nacional Unido (UNM) y otros tres partidos pro-occidentales, ha denunciado irregularidades y acusaciones de fraude en el proceso electoral. El UNM, un partido de centro-derecha fundado por el expresidente Mikheil Saakashvili, actualmente encarcelado por cargos políticos, considera que el triunfo de GD es ilegítimo. La coalición opositora planea organizar protestas masivas en respuesta a lo que consideran una elección manipulada. En sus denuncias, la oposición ha mencionado la coacción sobre empleados estatales y el uso de recursos administrativos por parte de GD, además de la circulación de videos que muestran la posible manipulación de las urnas y la intimidación a votantes.
Por otro lado, un grupo de 2.000 observadores independientes, denominado My Vote, ha cuestionado también la validez de los resultados preliminares al señalar casos de violencia y de intimidación en los recintos electorales, sumando un nuevo frente de críticas contra el partido ganador.
La situación actual de Georgia refleja una profunda división entre sectores urbanos, que apoyan en su mayoría a la oposición pro-occidental y buscan una Georgia orientada hacia la UE, y sectores rurales, más conservadores, que respaldan a GD. Bidzina Ivanishvili, fundador de Georgian Dream y figura clave del partido, proclamó la victoria como un “histórico éxito” y prometió medidas contundentes contra la oposición en caso de mantenerse en el poder. Ivanishvili ha promovido políticas conservadoras que incluyen leyes anti-LGBTQ+ y un acercamiento a la Iglesia ortodoxa, fortaleciendo así su apoyo entre sectores religiosos y rurales.
El resultado de las elecciones ha captado la atención de la comunidad internacional, especialmente de Bruselas y Moscú. Para la Unión Europea, el rumbo que adopte Georgia en los próximos meses será clave para decidir si se mantiene su estatus de candidato o si, en cambio, se detiene su proceso de adhesión. Para Rusia, un aliado en la administración de GD representa una victoria estratégica en la región y un contrapeso a la influencia de la UE en el área.
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