Dominique Pelicot, condenado a 20 años de prisión por violar y dejar que más de 70 hombres abusaran de su mujer
Gisèle Pelicot, de 72 años, ha optado por un juicio público con el objetivo de visibilizar su caso y trasladar "la vergüenza al lado de los agresores"
El Tribunal Penal de Aviñón ha dictado sentencia en el mediático juicio contra 51 acusados de violar bajo sumisión química a Gisèle Pelicot entre 2011 y 2020. Dominique Pelicot, esposo de la víctima y señalado como autor intelectual de los abusos, ha sido declarado culpable de todos los cargos. La Fiscalía había solicitado para él la pena máxima: 20 años de prisión.
Gisèle Pelicot, de 72 años, ha optado por un juicio público con el objetivo de visibilizar su caso y trasladar "la vergüenza al lado de los agresores". Su valentía ha convertido este proceso en un símbolo global de la lucha contra la violencia sexual. "Habrá un antes y un después", declaró Laure Chabaud, fiscal del caso.
Medidas extraordinarias para un juicio sin precedentes
El tribunal, presidido por Roger Arata, tomó medidas excepcionales para la lectura del veredicto. La calle de acceso al Palacio de Justicia fue cerrada y las salas reservadas exclusivamente para familiares y periodistas. Este proceso, que captó la atención de 180 medios de comunicación, refleja la magnitud del caso.
La Fiscalía solicitó un total de 650 años de cárcel para los acusados, cuyas edades van de los 27 a los 74 años. Entre ellos se encuentran profesionales de diversas áreas, incluidos militares, camioneros y bomberos. Dominique Pelicot drogaba a su esposa con altas dosis de ansiolíticos e invitaba a desconocidos a violarla tras contactarlos por internet.
Un impacto global en la lucha contra la violencia sexual
El juicio ha trascendido las fronteras francesas, consolidándose como un referente en la lucha contra la violencia de género. Gisèle Pelicot ha recibido apoyo masivo, especialmente de mujeres que destacan su valentía. Su caso ha reabierto debates sobre la importancia del consentimiento en las relaciones sexuales y la necesidad de reformas legales similares a las adoptadas en España.
El fallo no solo busca hacer justicia para Gisèle, sino también fortalecer el marco legal contra la violencia sexual, especialmente aquella ejercida mediante sumisión química. Este caso marca un precedente crucial para avanzar en la protección de las víctimas y en la transformación del sistema judicial francés.
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