“Un viaje al corazón de Sanmao”: la escritora china que se hizo famosa desde España
Reseñas literarias
Nunca me perdonaré haber coincidido en una ciudad provinciana como El Aaiún, que no tendría más de 30.0000 habitantes, sin haber tenido ocasión de conocer a la que se convertiría en la más famosa escritora china de nuestro tiempo. El caso es que Echo Chen o Chen Ping debió ser la única mujer china que vivió entre 1974 y 1975 en la capital de la entonces provincia española de Sáhara, en la que se casó con el español José María Quero en el Juzgado local que estaba situado en el mismo edificio en el que se encontraba Radio Sáhara, la emisora en la que yo prestaba mis servicios. También es cierto que su fama, acreditada en las dos orillas del mar de la China desde hace varias décadas con el seudónimo de Sanmao, tardó casi medio siglo en llegar a España, pues no fue hasta 2016 cuando se publicaron en nuestro país sus “Diarios del Sáhara” y al año siguiente los “Diario de las Canarias”. Las periodistas Ana Pérez de la Fuente y Marta Arribas, autoras de un documental titulado “Sanmao, la novia del desierto”, han utilizado con habilidad los materiales que reunieron para hacerla -entre ellos, numerosas entrevistas con familiares y allegados a la escritora china- para escribir el libro “Un viaje al corazón de Sanmao” (Anaya Touring) .
Chen Ping llegó muy joven a España en un periplo que le llevaría por diversos países. La coincidencia quiso que conociera en Madrid a la familia Quero, uno de cuyos vástagos, José María, se enamoró con 16 años de la joven china y le dijo: “Espérame seis años y nos casaremos”. La muchacha prosiguió su viaje por el viejo mundo, estuvo en Alemania, Checoslovaquia, Hungría, Austria y Suiza, fue luego a Estados Unidos, regresó a Taiwán y cuando estaba a punto de contraer matrimonio con un profesor alemán, éste cayó fulminado por un infarto. Con el fin de superar la depresión provocada por este drama regresó a España, donde reencontró a Quero quien, convertido en experto en buceo, estaba contratado como buzo en la empresa de fosfatos del Sáhara español y decidió marchar con él a África. “Lo tengo claro. Quiero estar a tu lado. Solo si te casas conmigo podré liberarme de este sentimiento que oprime mi corazón. Casémonos en verano ¿de acuerdo?”. Y en efecto, se establecieron en la capital del Sáhara en la que contrajeron matrimonio. Mientras Quero desarrollaba su trabajo, Echo Chen empezó a escribir para entretenerse explicando cómo era la vida en el desierto y cómo disfrutaba de su amor con aquel guapo joven español, crónicas que enviaba a Taipéi, donde empezó a ser leída y a convertirse en una autora popular.
Cuando España abandonó el Sáhara a su suerte, el matrimonio se trasladó a Canarias, primero a Gran Canaria, luego a Lanzarote y Tenerife y finalmente a La Palma y continuaron viviendo su relación, ella paulatinamente desdoblada en su papel de esposa enamorada en su hogar y de escritora cada vez más famosa en Taiwán, utilizando como seudónimo el de Sanmao, nombre del niño de un cuento japonés, porque dijo “soy una persona normal que escribe sobre la vida cotidiana, así que no necesito un nombre muy literario”.
La tragedia se cerniría pronto de nuevo sobre Echo Chan cuando su marido falleció repentinamente por apnea mientras practicaba pesca subacuática y una desconsolada Sanmao acabó recogiendo sus pertenencias y regresando a Taiwán donde pudo comprobar hasta qué punto era leída. Viajó a Estados Unidos y a China Popular, inspiró el rodaje de una película -“Red dust”- pero nada fue suficiente para restañar su corazón herido: intervenida de una patología que ella creía cancerosa, puso fin a su vida en 1991.
Pérez de la Fuente y Arribas explican su vida intercalando datos, testimonios, referencia personales de su propia obra literaria, fuertemente autobiográfica, y lo enriquecen con numerosas fotografías en las que se ve a Echo Chen feliz con su marido y sus familias, española y taiwanesa en un ejercicio de noble y justificada reivindicación del nombre de una mujer china que se hizo escritora en España y llevó hasta el Lejano Oriente el amor, los paisajes y las costumbre de nuestro país con su obra literaria.
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