“Operación falsa bandera. Del Kremlin a Tinduf”, una imaginativa novela sobre operaciones secretas
Son estos últimos lugares en los que transcurre las dos historias sentimentales que incluye, como no podía ser menos, la novela: la afortunada entre Asís y Amal y la trágica y poco o nada creíble entre el cónsul español Jaume Nadal y el vengativo y despiadado capitán marroquí Abderrahim Baddou, que masca su odio contra el Frente Polisario desde su remoto destino en el desierto.
Cuando el autor de una novela que gira en torno a complejas operaciones encubiertas de carácter internacional es diplomático profesional y, además de haber ejercido como embajador, ha sido director del Centro Nacional de Inteligencia, cabe suponer que, aun dejando volar la imaginación, puesto que de lo que se trata es de una obra de ficción, escribe con perfecto conocimiento de los temas de los que trata. El autor en cuestión es Jorge Dezcallar y la novela “Operación fala bandera. Del Kremlin a Tinduf” (Esfera de los Libros).
Dezcallar ha fabulado a partir de un hecho reciente cual es la guerra de Ucrania, cuyo desarrollo no parece particularmente favorable a los propósitos de Putin, quien se ha visto obligado a enfrentarse a un vasto movimiento de solidaridad con el país agredido que ha ralentizado la guerra hasta convertirla poco menos que en un enfrentamiento de trincheras. Algo indudablemente no deseado y que, y aquí empieza la ficción, Moscú intentaría contrarrestar con la creación de una situación “caliente” en el extremo sur de la alianza atlántica con la Operación Kahina, destinada a suministrar un importante de alijo de armas al Frente Polisario para, de este modo, permitirle reactivar su guerra contra Marruecos. Conflicto que no interesaría en modo alguno a España, cuyo CNI tratará de responder con otra operación que es justamente la que da título a la novela.
“Operación falsa bandera” se desarrolla en diversos escenarios, principalmente en el Kremlin, el CNI español -la descripción de cuya “jaula” o sala de decisiones supersecreta y superblindada en la Cuesta de las Perdices parece muy verosími-, pero también en Mauritania, el campamento volante de las milicias fundamentalistas MUJAO (Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental) al mando de inteligente, pero cruel Al-Sawrahui, por supuesto en Tinduf y, en fin, para ciertos personales secundarios en Marraquech, Palma de Mallorca, Tarudant e incluso el remoto puesto sahariano de Guelta de Zemmur. Son estos últimos lugares en los que transcurre las dos historias sentimentales que incluye, como no podía ser menos, la novela: la afortunada entre Asís y Amal y la trágica y poco o nada creíble entre el cónsul español Jaume Nadal y el vengativo y despiadado capitán marroquí Abderrahim Baddou, que masca su odio contra el Frente Polisario desde su remoto destino en el desierto. Todo ello engarzado en una plétora de personajes secundarios bien retratados, como el traficante Abdulah el Ghailani, el equívoco Philipe de Coubertin, el canciller español Pablo Velasco en funciones de celestino consular, o sor Ana, la monja española que trata, con sus compañeras de congregación, mantener un funcionamiento un centro para niños ciegos en Marruecos pese a la incompetencia y rapacidad de las autoridades locales.
Como no sería imaginable de otra manera, el autor deja en alto la profesionalidad de los agentes secretos españoles y, sobre todo, su obsesión por salvar vidas en peligro, expresa una no disimulada admiración por el eficaz funcionamiento de las milicias fundamentalistas, pobre valoración de la estrategia rusa (con descarnada descripción de la gestión de sus representantes diplomáticos e incluso satírico retrato de su apariencia física), escasa fe en el Frente Polisario y severa crítica de la vida política marroquí, dominada por una corrupción rampante, unos ambientes sociales degradados y un monarca que gobierna el país desde la lejanía geográfica.
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