Mussolini fue el responsable de los peores bombardeos de Barcelona durante la guerra civil

Joan Villarroya (“Mussolini contra Barcelona”) estudia la campaña de bombardeos padecidos por la ciudad condal y otras localidades catalanas

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Mussolini contra barcelona
Foto: Rosa Dels Vents

 

Mientras el Ejército nacional avanzaba en dirección al Mediterráneo para dividir en dos la zona republicana y pocos días después de que se consumase el Anschluss, es decir, la anexión de Austria por el Reich alemán (con el silencioso disgusto de Mussolini) se produjo una intensa ofensiva de bombardeos italianos contra Barcelona que se iniciaron el 16 de marzo de 1938 y continuaron hasta el 18, aunque alcanzaron su máxima intensidad el 17. Fue una decisión directa del dictador fascista que obró con desconocimiento de Franco, según dejó escrito su propio ministro de Asuntos Exteriores y cuñado, el conde Ciano, tal como recuerda Joan Villarroya en “Mussolini contra Barcelona” (Rosa dels Vents) ¿Por qué tomó esta decisión? El autor recoge dos hipótesis: “Els historiadors italians dubten si l’ordre de bombardejar Barcelona va ser fruit d’un atac de gelosia per la iniciativa de Hitler d’annexionar Àustria o un senyal d’vaertència a França, que podía estar a punt d’autoritzar una venda massiva d’armes a la República española”. El autor se decanta por la primera hipótesis.

Villarroya explica con gran riqueza de detalles las diversas oleadas de bombardeos que se produjeron esos días y las zonas de la ciudad y edificios dañados. El más mortífero fue el producido el 17 a la 13.58 horas  a cargo de cinco Savoias S.79 que lazaron su carga desde 5.000 metros de altura en diversas zonas del centro urbano. Pero la más damnificada fue el punto situado entre la Gran Vía y la calle Balmes porque coincidió con el paso de un camión de trilita, aunque inicialmente se quiso ocultar tal imprudencia diciendo que fue el resultado de una superbomba. Hubo edificios que desaparecieron por completo y la consecuencias se extendieron desde la plaza de la Universidad al Paseo de Gracia. La víctimas mortales de estos tres días fueron 670 según el gobierno de la República y 875 según el de la Generalidad -de ellos, 118 niños-, además de más de 1.200 heridos. Hubo algunas destacadas como el cónsul de Francia Antoni Lecoteux o Julia Gay, madre de los hermanos Goytisolo, que se había desplazado desde Viladrau.

Villarroya estudia el papel de la aviación en las guerras contemporáneas a medida que los medios aéreos fueron perfeccionándose y recuerda que la dotación aérea española era, al principio de la contienda civil, limitada y bastante obsoleta. Situación que empezó a cambiar con los apoyos extranjeros: de la URSS a la República y de Italia y Alemania a los nacionales (Aviación Legionaria y Legión Cóndor) “Durant la guerra civil española… les aeronaus es van convertir en un arma decisiva, i l’actuació de l’aviació italiana y alemanya fou determinant en la victòria de l’exércit franquista”. Con el agravante de que “per primera vegada a la historia es definia i es diferenciava amb claredat  què era un objecitiu miltar per ser bombardejat, però aquesta diferenciació que tenia com a finalitat proteger la població civil va ser interpretada de manera sui geneis  i com que molts dels objectius militars estaven dins el centres urbans, bombadejaven el nuclis de población amb lèxcusa que acollien objectius militars”.

En conjunto, Barcelona fue la ciudad más perjudicada por los bombardeos nacionales con un total de 194, de los que la Aviación Legionaria italiana fue responsable de 113. El número de edificios destruidos o dañados fue de unos 1.800 y hubo 2.550 muertos desde el primero ocurrido el 16 de marzo de 1937 hasta los últimos en enero de 1939, que se centraron principalmente en el puerto.

Los hubo también en muchas otras poblaciones catalanas como Lleida -impresionante la foto en la que aparece la madre del periodista Josep Pernau llorando la muerte de su marido en plana calle-, Tarragona, Granollers, Figueres, Reus o Badalona, pero también Sant Feliu de Guixols o Vilanova i la Geltrú, ente otras. Villarroya trata también de los medios de defensa republicanos, bien activos, como los aviones de bombardeo conocidos popularmente como «chatos» y «moscas» y los sistemas de defensa antiaérea, bien pasiva, con la construcción de refugios. En todo caso y durante la guerra civil ”cada cop de manera més constant i repetida, la mort venia del cel”.

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