“Ejercicios de inmovilidad”, nuevo libro de relatos de Sonia Hernández
La autora egarense considera que “la literatura es la necesidad expresiva que parte de una imagen"
Nacida en Terrassa, Sonia Hernández es filóloga y periodista, pero debutó como autora literaria con poesía porque se percató de que “la literatura es la necesidad expresiva que parte de una imagen” y nada mejor para ello que la lírica. Luego trasladó esta inquietud a la narrativa y de ahí surgieron las novelas y libros de relatos que lleva publicados hasta el momento. El último de estos últimos “Ejercicios de inmovilidad”, el tercero con el sello de Acantilado que, según nos explicó, forma de alguna forma una trilogía con los anteriores porque los tres expresan su concepto sobre la “generación de los setenta” “cuando íbamos a por todo y todo lo esperamos, aunque el caso es que no llegó”.
Hernández pertenece a dicha generación pues nació en 1976, una década en la que todo se fiaba a la libertad recobrada y al desarrollo económico, factores que supusieron un cambio total con las generaciones anteriores que habían vivido en un marco de estabilidad. “Pero te das cuenta de que luego no fue tal como esperábamos y estuvimos obligados a resituar nuestra expectativas. Pese a ello, soy consciente de que vivimos una transición muy interesante en la que muchos acabaran quedando al margen y que además fue muy distinta de la actual porque todavía no habían llegado las nuevas tecnologías que han transformado nuestra vida”.
Su afección por el relato corto se basa en “la intensidad de un mundo cuyos personajes y situaciones hay que desarrollar en el pensamiento más que en la descripción de su significado. Es un género en el que este tipo de indagaciones son muy cómodas de desarrollar. Aunque, por otra parte, mis cuentos son, en el fondo, novelas breves”. Hernández es consciente de que el relato corto no posee la misma valoración que la narrativa largo formato: “me parece muy injusto, pero es verdad que existe un cierto menosprecio y no solo en el sector de la crítica, sino lo que es peor, también en algunos escritores. Estoy convencida de que es un género muy potente que permite al autor desarrollar una escritura simbólica, un trabajo del que se puede aprender mucho y que supone además un ejercicio de reflexión y de pensamiento que me disgusta que no se valore como merece”.
Sus cuentos “salen de una imagen que me incomoda o inquieta y que necesito explicarme y por tanto lo que escribo durante un tiempo está relacionado con ella. De ahí la consecuencia de que todos los relatos incluidos en una misma obra mantienen cierta ilación entre sí, coincidencia que debo reconocer que a veces surge de forma inconsciente. En el caso que estamos comentando es la inmovilidad. Y es que soy bastante lineal en mi trabajo, algo que ocurre desde mi primer libro de cuentos, en cada uno de los cuales subyace un cierto tipo de inquietud (sobre la inadaptación, la identidad…)
Cada libro de relatos cortos está escrito en un momento determinado y los de “Ejercicios de inmovilidad” lo fueron en el bienio 2021-2023. Este hecho que nos lleva a preguntarle si, iniciado otro bienio creativo, asuma algún nuevo orden de preocupaciones que puede ser el motor de su siguiente obra literaria y aunque se resiste a hablar de ello porque cree que puede traer mal fario, acaba sugiriendo que ahora mismo está preocupada por el agotamiento -expresión de la cual cree que es la actual pandemia de insomnio- o el abandono y la convalecencia. El tiempo dirá si esta premonición se transforma en nuevo título que nos invite a comentar con ella.
Escribe tu comentario