Cántico reedita la obra poética global de Rafael de León
Fue uno de los más grandes poetas contemporáneos españoles, amigo de Lorca y de Cernuda, pero al que su desbordante facundia literaria en coplas ha mantenido muy injustamente minusvalorado y olvidado
“Cuesta encontrar a Rafael de León en las genealogías de grandes poetas españoles del siglo XX” dice Jesús Pascual en un libro en el que, por fin, se apuesta resueltamente por resituar a este poeta sevillano en el lugar que le pertenece por derecho propio en el parnaso literario español del siglo XX. Algunos lo emparejaron con la generación del 27, fue amigo de García Lorca, Cernuda, Aleixandre, León Felipe y otros muchos autores coetáneos y acreditó una inspiración excelsa, un manejo excepcional de la palabra y una asombrosa capacidad para la expresión literaria de la belleza, pero cuya desbordante facundia en la creación de coplas y canciones populares ha mantenido injustamente minusvalorado y preterido, cuando no sencillamente olvidado. Ha sido el grupo Almuzara con su sello Cántico el que acaba de publicar “Rafael de León. Poesía completa”, que incluye sus dos obras poéticas editadas en vida, “Pena y alegría del amor” (Madrid, 1941) y “Profecía (esta con algunas piezas en colaboración con su amigos López Quiroga y/o Antonio Quintero, Barcelona, 1954), así como varios poemas sueltos más.
Y es que Rafael, como recuerda su sobrina nieta Reyes de León, fue “un hombre lleno de contradicciones, moviéndose siempre entre dos orillas: marqués del Valle de la Reina y poeta del pueblo, tradición y transgresión, en Madrid una vida y en Sevilla otra”. De todo ello dan fe todas las poesías incluidas en este volumen en el que hay romances (como los dedicados a la Lirio, la viuda enamorada, la petenera, un legionario conocido como “El Feo” o cierto anónimo niño gitano), así como piezas conocidas cual es el caso de “Toito te lo consiento”. Muchas, las incluidas en el primero de los libros citados, están dedicadas a artistas como Estrellita Castro (“Romance de Rueda”: “Yo soy la viudita de conde Laurel…”), Concha Piquer (“Así te quiero”), María Fernanda Ladrón de Guevara (“Romance del amor resignado”) o un soneto a Lola Membrive; y también a amigos y compañeros de quehacer teatral como Ochaita y Xandro Valerio. O su “Requiem por Federico García Lorca: “Lo mataron en Granada, una tarde de verano y todo el cielo gitano recibió la puñalada…”).
“Como editores -dicen en la introducción Manuel Pimentel y Raúl Alonso- nos dimos cuenta de la necesidad de volver a esta gran figura de la cultura drag, el transformismo y la cultura LGTB ¿Cómo era posible este milagro integrador? La respuesta está en la inequívoca calidad y verdad de sus versos que ofrecían un espejo donde se reflejaban con sinceridad las pasiones y penas que cualquiera de nosotros -seamos como seamos- experimentamos, sufrimos y gozamos a lo largo de nuestra vidas”. Y para acreditar esta vinculación bastará reproducir estos pareados dedicados a Ángel Terrón que rezan:
“Novio tuyo, siempre novio/ Hace que somos los dos, seis años uno del otro/ Tu boca miel de la mía, tus ojos luz de mis ojos/ Novio tuyo, siempre novio/ Nadie comprende lo nuestro, es algo maravilloso/ Nadie nos pregunta nada, porque ya lo saben todo/ Novio tuyo, siempre novio/ Por la tarde los dos juntos, por la noche los dos solos/ por la mañana cogidos, del brazo el uno del otro/ No nos casaremos nunca, y siempre seremos novios”.
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