Alianza recupera la crónicas hollywoodienses de Oriana Falllaci

La periodista italiana retrata magistralmente las principales figuras de la pantalla grande en los gloriosos años cincuenta

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Tan adorables - Alianza voces

 

Entrevistar a los personajes famosos nunca ha sido tarea fácil porque no solo hay que acceder a ellos, averiguar dónde están y cuándo pueden ser accesibles, sino también pasar por el filtro de los responsables de imagen y jefes de prensa, verdaderos enemigos de los periodistas. Y no es suficiente ser una primera firma como Oriana Fallaci porque la prestigiosa periodista italiana se quedó con las ganas de entrevistar en su primer intento a Marilyn Monroe o hubo de convertirse en transportista de espaguetis cuando quiso acceder a Sofía Loren en Estados Unidos. Lo relató en su día en crónicas que constituyen un verdadero retablo del Hollywood de los años cincuenta y que Alianza ha recuperado en “Tan adorables. Miss Fallaci a la conquista de América”. 

“Hollywood -dice- es el lugar donde tu vecina se llama Lana Turner o Gregory Peck, donde los niños vanidosos van al colegio en Cadillac, donde los hijos de divorciados se jactan de tener cuatro o seis padres. Es la ciudad donde no se puede vivir con menos de diez mil dólares al año y donde se celebran cócteles en los que Sonja Henie se presenta montada en un elefante alquilado a quinientos dólares la hora. Allí se cuenta el mayor número de automóviles de todo el país (75.000 para 30.000 habitantes) y se paga el mayor porcentaje de impuestos de oda la Confederación”.

Ava Gardner es “una mujer muy dulce y profundamente buena”

Es en ese ambiente donde se mueven sus personajes. De Marilyn Monroe dice que “nos la suelen presentar, a intervalos puntuales, como una idiota, una huérfana ignorante y hambrienta de cultura, una esposa desconsolada por el dolor de no haber podido parir un hijo, carne de psicoanalistas y terapeutas (pero) nadie se imagina que puede ser también, o sobre todo, una mujer que sabe lo que quiere y se sale con la suya gracias precisamente a los equívocos que los demás alimentan sobre su personaje”. Mientras que Ava Gardner es “una mujer muy dulce y profundamente buena” a la que no envidiaba porque fue muy infeliz. “De la vida -dice- ha obtenido belleza, éxito y dinero. Pero no lo que más importa y lo que millones de mujeres poseen sin tener su encanto: un poco de paz y un hijo”. Y añade: “Ava tiene miedo, es tan hermosa, irresistible, fascinante, que tiene miedo de no ser amada como lo son miles de mujeres”.

Menos complaciente es con Brigitte Bardot que “ha alcanzado la fama sin haber hecho nada” y le atribuye haber sido “producto de la publicidad”. Más aún, el resultado del trabajo desplegado por Roger Vadim, gracias al cual “la cinematografía europea posee un nuevo personaje. el marido hábil y devoto” que “no la abandona ni un minuto”. En cuanto a Loren, y más allá de la anécdota de los espaguetis, tiene muy presente que “a sus 23 años -entonces- es quizá la actriz mejor pagada de Estados Unidos y su popularidad crece día a día”.

En un mundo con matrimonios y relaciones sentimentales efímeras, se admira de la solidez de la pareja formada por Audrey Hepburn y Mel Ferrer, recuerda el amor de Ingrid Bergman profesó por el sueco Lars Schmidt, mientras que califica a Errol Flynn de secuestrador de chicas menores (lo que hoy le habría valido un buen disgusto) Claro que para triunfar en el amor los varones no habían que ser necesariamente guapos. Yul Brynner “gusta porque es feo, porque está calvo, porque es desagradable y no se esfuerza por dejar de serlo”. Ciertamente, hay gustos para todos.

El que más interés le suscitó fue Jamen Dean, con el que inicia este libro y al que describe como desequilibrado, atrabiliario, imprevisible, mal educado, débil de carácter, cambiante, permanentemente mal vestido y grosero con las mujeres. No es extraño que no tuviera mucha suerte con ellas. Particularmente en el caso de Anna Maria Pierangeli que fue “su mayor y más infeliz amor”, aunque en este caso no por culpa suya sino de la madre de la actriz. “Casi todos se formaban una mala opinión de él, no hacía nada para ganarse su aprecio”. Y sentencia: “no era un hombre normal, de haberlo sido no estaríamos aquí hablando de él… la muerte a los 24 años fue la conclusión natural de su existencia”

 

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