A Ignacio Garriga de Vox no le llega con 88.973 euros para vivir

Cuando ya forman parte del mundo político, no escogen lo mejor del mismo, sino lo que más les reporte en lo personal
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Hay un dicho popular que afirma “la avaricia rompe el saco”. Es cierto que el avaro no tiene medida de hasta dónde parar con sus pretensiones que cada día van en aumento. Parece que ha perdido varios sentidos, viven en otro mundo que se han creado. Lo que sucede es que la realidad supera la ficción y todo termina descubriéndose. Especialmente si esos avaros pertenecen a la clase política y tienen la capacidad de llenarse los bolsillos, que no son todos, pero sí unos cuantos.

Los nuevos políticos, que no poseen experiencia, ni formación, que la actividad privada no ha existido y si la han practicado ha sido mínimamente, lo que conlleva que en muchos casos se pierdan y crean que el poder lo puede tapar todo, Viven en un mundo que no es real y donde “todo el monte es orégano”. A los que han conseguido ocupar algún cargo de representación, el pavo se le sube a la cabeza y aquello que les habían enseñado - “están para servir a la gente”- resulta que se invierte en “la gente debe servirles a ellos”. Siempre lo digo, no todos son iguales, pero si un número importante.

Cuando ya forman parte del mundo político, no escogen lo mejor del mismo, sino lo que más les reporte personal y políticamente. En poco tiempo hemos tenido varios ejemplos: Ciudadanos, como partido de centro venía a cubrir un espacio necesario. Su líder, y fundador, Albert Rivera, prometía un cambio en este mundo. Promesas, hablaba bien, tenía buena imagen, pero la ambición le llevó a la ruina política y arrastró a su partido a la irrelevancia. Pablo Iglesias líder de Podemos, otro político que se creía - sigue creyéndose- el hombre que acabaría con la casta. Y lo que hizo fue terminar con todos los compañeros que iniciaron con el proyecto con él. Se le subió el ego a la terraza y de decir que no iba a cambiar de barrio pasó a comprar un casoplón. Al final terminó como terminó, eso sí, sigue controlando el partido y colocando a su mujer como eurodiputada, que es de lo que se trataba Hay un refrán popular que se le puede aplicar a Iglesias ““Quien come y no da, empachado morirá”.

El joven y bravo dirigente de Vox en Catalunya, Ignacio Garrida, diputado en el Parlament de Catalunya, al que tanto se le llena la boca de hablar de corruptos y de defender la honestidad, entre otras cosas, muchas de ellas poco tolerantes, resulta que de lo que dice a lo que hace, hay un río amplio. Por eso de que el agua se lo lleva todo. Es que Garriga, dentista de profesión, en ese amor intenso de defender los” intereses” de la gente y la unidad de España, pues el buen hombre, que gana como parlamentario un sueldo “ridículo” de 88.973 euros anuales, según los datos de la Cámara autonómica, pues a él no le es suficiente y durante dos años facturó a su grupo parlamentario unos 52.400 euros que al parecer se gastaba en cosas personales. Es que llegó a la política a solucionar los problemas de las personas y tiene bien asumido que “la caridad empieza por uno mismo”. Sencillamente se lo ha aplicado. ¿Quien controla las cuentas del Parlament, no se habían dado cuenta de esas facturas? ¿Es una práctica habitual de sus señorías? Pues que se lo hagan ver, o que se vayan al oftalmólogo que igual es un problema de visión, y no hay mala fe.

 El problema de Garriga no es otro que hablar demasiado, se le calienta la boca y después pasa lo que pasa. No se puede acusar a los demás, sin mirarse lo que hace él, y más de un compañero de Vox. Dicen que a la política se va a servir, no a enriquecerse, como algunos lo están haciendo. No sé quién dijo que la avaricia es como el fuego, “cuanta más leña, más arde”.

Esta situación de Garriga, el puro y ético, no es nueva, ni única. Alguien debería revisar a donde van a parar los dineros que reciben los grupos políticos en cualquier institución, que teóricamente deberían estar revisados por los interventores. Seguro que muchas sorpresas se llevarían los ciudadanos al enterarse de cómo se gastan esos dineros. Muchas sorpresas. ¿Lo harán? No porque no solo lo hacen uno o dos grupos políticos, sino todos.

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