Trazos y segmentos: animal político vs. individuo

“El hombre es un animal político por naturaleza” (Zoon politikon), dijo el estagirita

|
Book library with open textbook
Foto: Freepik

 

Siempre me apasionó la política; quizás porque desde pequeña era el tema central de las conversaciones en mi casa; quizás porque sea mi predisposición genética no conformarme con el mundo que me rodea y tratar de construir el mío particular, colaborando en construir el mejor mundo posible en general. Sea como fuere, el caso es que, la política tiene una de las estancias más grandes de las que componen la casa de mis pensamientos.

Si miro a mi alrededor, fijándome sólo en mi “micromundo”, me doy cuenta de que éste es mejor del que soñé; pero si me fijo en aquello que está pasando en el “macromundo”, todo es una distopía y me da la sensación de que las sociedades occidentales, en general y la nuestra en particular, están en serios problemas.

La mayoría de seres humanos, en este punto cardinal por el que el sol se oculta, no necesitamos grandes cosas para vivir bien; en realidad bastantes menos de las que nos circundan. Aun así, por qué somos una sociedad de insatisfechos, por qué nuestra mirada no conecta con las miradas ajenas. Nuestro “corazón social” se halla agitado y nuestro caminar es rápido, como si la prisa nos empujase.

Recuerdo con añoranza aquellas conversaciones tranquilas entre vecinos, cuando se encontraban al salir a comprar el pan o al recoger a los hijos del colegio. Aquella tranquilidad con la que se conversaba en las noches de verano, en cualquiera de los patios de las distintas casas o a las puertas de las mismas, tomando el fresco. Siempre había algo de qué hablar, algo que compartir entre risas o pesares. La gente contaba con la gente, se sentía apoyada por aquellos que les rodeaban.

Ya sabemos, “El hombre es un animal político por naturaleza” (Zoon politikon), dijo el estagirita. La organización de la vida en los núcleos de población, el apoyo de los unos a los otros en las distintas civilizaciones, a través del trabajo que genera bienes y servicios de los que disfrutamos y satisfacen nuestras necesidades, o, a través de las relaciones sociales que nos aportan compañía y afectos, ha generado las sociedades, los pueblos , las naciones y los estados. Sí, nuestra naturaleza es colaborativa. Tenemos necesidad los unos de los otros.

No obstante, también sentimos la necesidad de aislarnos, de autoabastecernos, de bastarnos a nosotros mismos; aunque sólo pueda ser de vez en cuando. Esa libertad que da salir del rebaño, no necesitar “del Pastor Estado”, ni del “Perro Guardián Sociedad”…, es muy satisfactoria y necesaria para la buena salud del alma, para la paz interior. Debemos practicar el habito de la soledad elegida de rato en rato. Generarnos un espacio individual donde adorar el tesoro que guarda el altar interno.

La vida de un ser humano tiene muchas facetas y todas ellas deben ser atendidas, porque no sólo somos por naturaleza seres político-sociales, también somos seres individuales; tanto, como que no ha existido, existe, ni existirá alguien igual a nosotros. Esa exclusividad existencial es la que nos impele a buscar la libertad. Porque qué es la libertad, sino la búsqueda de lo único y auténtico que nos configura sólo a cada uno.

En cuanto al libre albedrío, de todos es conocido, a poco que reflexionemos en ello, que no es tan libre como nos lo han vendido. Estamos mediatizados por lo que nos rodea. No somos un acto aristotélico que se derive de una idea platónica, según nuestra individual esencia; sino que a ella van adheridas otras esencias ajenas que la desvirtúan como auténtica.

Nuestra existencia es bastante menos consciente de lo que debiera ser. Se hace necesaria, por tanto, esa regular mirada hacia dentro; ese turno de descanso en el que verdaderamente nos paramos a sentir. Aunque el trato con los demás es prácticamente imprescindible para la vida, porque no es bueno ser un Robison Crusoe, debe existir el término medio y virtuoso. 

La naturaleza nos ha dotado para liderar y ser liderados, pero no somos lobos de camada, a pesar de Hobbes. Tampoco somos corderos de rebaño, aunque así nos comportemos. Somos seres individuales con vocación amorosa; nuestro acercamiento hacia los demás es siempre buscando esa energía de vida que nos nutre como ninguna otra. La fraternidad o el amor entre hermanos, entre seres que se saben de la misma especie, es el más exquisito alimento del alma humana.

La razón es aquella impronta divina que descubrió, entre muchos otros, aquel que delante de una estufa dijo: Dudo; luego (no pudiendo dudar de mi duda) existo.

Sí, cuando nos reconocemos seres pensantes que se hacen preguntas y razonan sobre las posibles respuestas, estamos siendo nosotros mismos con más autenticidad que de ninguna otra manera; salvo siendo conscientes de nuestros propios sentimientos. En ambos casos, se igualan en el ser, el pensar y el sentir.

De todas formas, es necesaria la participación ciudadana en las actividades de la vida política, bien reivindicativamente, bien de forma aportativa. Debemos pelear por la libertad, la igualdad ante la ley y la justicia, colectivas, si queremos obtener de forma óptima la individual. Nadie puede desprenderse del deber que su conciencia natural tiene para con la sociedad. Los seres que se declaran apolíticos (según mi criterio), son conformistas, o  ilusos.

Comenzaba diciendo que desde siempre me interesó la política, bien por epigenética o por genética. Después expuse las razones por las cuales también interesa sentirnos un ser individual; pudiendo, de vez en cuando, retirarnos del “animal político” y centrarnos en el “ente auténtico”. 

Termino con pensamientos de otros seres que sobre lo mismo reflexionaron de forma magistral:

“ Es preciso prestarse a los otros, pero no darse sino a uno mismo”. Montaigne.

“ Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales”. Galeano.

“ El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno miso.” . Nietzsche. 

Sin comentarios

Escribe tu comentario




He leído y acepto la política de privacidad

No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
AHORA EN LA PORTADA
ECONOMÍA