El nuevo diálogo Venezuela-Estados Unidos: ¿se repite el fraude de Qatar?

Artículo de opinión de Alex Fergusson

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Foto: Europa Press

 

El presidente Maduro dijo a principios de este mes de julio, que su gobierno y el de Estados Unidos reanudarán el “diálogo directo” con el objetivo —según el mandatario— de avanzar en el cumplimiento de los acuerdos firmados en Qatar, en septiembre de 2023, que incluyeron las negociaciones para el establecimiento de condiciones para que haya elecciones libres en Venezuela, la flexibilización de las sanciones y la liberación de varias personas detenidas en ambos países.

En su momento, este acuerdo consideró los siguientes puntos importantes: liberación de presos políticos y el intercambio de prisioneros; la flexibilización de sanciones a las actividades petroleras y financieras del Banco Central de Venezuela y otras instituciones y, finalmente; las garantías de elecciones presidenciales libres, con observación internacional y el cese de las inhabilitaciones como arma política.

Uno de los productos finales de estas negociaciones, fue la liberación del ciudadano colombiano Alex Saab, ficha importante del gobierno pues se le señala como el principal testaferro en los negocios del propio presidente, y de diez ciudadanos estadounidenses y veinte venezolanos, incluidos algunos socios de negocio vinculados estrechamente con el hijo del presidente Maduro.

Además, Estados Unidos otorgó licencias de actividad petrolera a las empresas ENI y REPSOL y se extendieron los permisos a CHEVRON, esta última responsable de la mayor parte del aumento en la producción de petróleo registrado en este año. 

Por su parte, el gobierno venezolano no solo incumplió su compromiso de crear condiciones para un proceso electoral libre, transparente y competitivo, sino que actuó y sigue actuando en contra.

El propio calendario electoral con el adelanto de las elecciones  y la posposición de la toma de poseción, los obstáculos a la incorporación de más de cuatro millones de electores que migraron al exterior, las dificultades puestas para reducir la inscripción en el registro electoral a los nuevos votantes, las inhabilitaciones y confiscaciones de partidos políticos, la persecución que ya ha detenido a 37 dirigentes y activistas del comando de campaña del candidato opositor y los innumerables obstáculos para las movilizaciones por el país, el retiro de la invitación a los observadores de la Unión Europea y a sus aliados de Brasil y Colombia, junto a la limitación de funciones de los observadores del Centro Carter y de la ONU, conforman parte, pero no todas las evidencias, de dicho incumplimiento y, para algunos, de preparación de un fraude electoral.

Pese al contexto, el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Vedant Patel ha dicho que “(...) por supuesto damos la bienvenida al diálogo de buena fe y apoyamos el deseo del pueblo venezolano de elecciones competitivas e inclusivas el 28 de julio …

Tenemos claro que el cambio democrático no será fácil y ciertamente requiere un compromiso serio". 

Mientras tanto, el candidato por la Plataforma Unitaria Democrática Edmundo González afirmó que pese a que “el gobierno ha incumplido todos los acuerdos que firma … lo que sea para mejorar el clima de animosidad, con un país que es clave para nosotros y para el mundo, es positivo”. 

En el mismo sentido, se han pronunciado los miembros de la Plataforma Unitaria opositora, integrada por 10 partidos y el movimiento Vente Venezuela de María Corina Machado, quien ha declarado, por su parte, que “estamos dispuestos a avanzar en un proceso de negociación con el oficialismo, que ofrezca plenas garantías para lograr una transición política”.

Así mismo, el expresidente de la Asamblea Nacional y Coordinador Nacional de la Plataforma Unitaria, Omar Barboza, reaccionó al anuncio de la reanudación del diálogo diciendo que “Lo principal es la normalidad del proceso electoral. Nosotros creemos que debe haber un acuerdo de garantías para ambas partes que le permitan a los venezolanos desarrollar el ejercicio de su derecho a votar en paz, con tranquilidad”. También anunció la reactivación de una Delegación Negociadora, cuyo objetivo es “garantizar que el proceso electoral se lleve a cabo de manera pacífica y fomente el respeto a las normas democráticas de participación”.

Nicmer Evans, ex chavista, fundador del Movimiento por la Democracia y la Inclusión, quien ha asumido una posición contraria al gobierno de Maduro, ha dicho que “… es una buena noticia que sea el mismo Maduro el que pida la renegociación, que Gustavo Petro apoye la misma y que se admita. La duda es saber si Maduro se burlará nuevamente de este tipo de cosas".

El líder opositor Andrés Caleca, uno de los más activos colaboradores de la campaña a favor de un proceso de elecciones libres, ha señalado que “los retos políticos con gigantescos. El reciente anuncio del gobierno sobre la reanudación de sus conversaciones con los Estados Unidos, en las cuales la oposición está totalmente al margen, podría ser útil para el logro de un gran compromiso histórico para recuperar la república, que está destruida en todos sus aspectos”.

También el líder opositor Cesar Pérez Vivas se pronunció al respecto y dijo que “las declaraciones de Nicolás Maduro anunciando el regreso a las negociaciones con Estados Unidos, no son más que una señal de que él reconoce la inminente derrota electoral que lo espera”.

Jorge Rodríguez, por su parte, representante de Maduro en el diálogo con Estados Unidos, insistió en que “el diálogo debe limitarse a lo acordado en Qatar y que para seguir recuperando la confianza mutua y las relaciones entre los gobiernos se deben respetar los principios de autodeterminación, soberanía y reciprocidad”. 

Como se ve, las garantías de una elección presidencial libre y competitiva, así como las garantías de gobernabilidad y paz cuando el gobierno pierda, no aparecen en la agenda, aunque si se han hecho presentes las amenazas de guerra civil o golpe militar si el gobierno pierde.

No obstante, en los últimos días ha crecido la percepción de que el gobierno comienza a considerar la posibilidad de una salida “honrosa”. 

Amanecerá y veremos. 

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