La regeneración “de los medios” según Sánchez y la Ley Fraga

Los medios ya tienen el control de la justicia cuando cometen algún infracción en la publicación de noticias y obviarlo es mentir a la gente deliberadamente

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Pedro sanchez

 

Cuando alguien esta enfadado, o mejor dicho cabreado de manera supina, lo que debe hacer, dicen, es contar hasta cien, como mínimo y después, con más tranquilidad explicar las cosas que piensa de un determinado tema. Solo así, afirman los entendidos se mesurarán las palabras. Lo malo de la cuestión es cuando pasan las horas y el cabreo continua. La pregunta es ¿qué hacer entonces?, pues explicar lo que piensan y hacerlo de la mejor manera posible, sin andarse con demasiados rodeos.

El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, comparecía el  miércoles  de la pasada semana ,en la que se llama “la representación del pueblo”, el Congreso de los diputados, para explicar su plan de regeneración democrática que anunciaba hace ya tres meses. El presidente fue realizando pinceladas, si entrar en detalles, del contenido de ese “proyecto” que tanta preocupación está despertada en distintos sectores, especialmente en los medios de comunicación. Lo que llamó la atención, es su afán de “meterse” con los medios que lo critican, no con los que él considera amigos y a los que riega no con agua que va “escasa” sino con dinero público. Aunque tratara de disimularlo lo que pretende es controlar los medios y aquellos que no se dejen, les puede caer la de Dios, desde Moncloa.

Sánchez cuando hablaba utilizaba con demasiada frecuencia la palabra “pseudomedios” que publican mentiras, bulos. Es evidente que hay medios cuyos contenidos son de dudosa credibilidad, es una minoría. Lo que sucede casi siempre, las minorías ganan a la mayoría. De eso sabe mucho el presidente del gobierno; Junts, ERC son un ejemplo muy claro. Pedro Sánchez es presidente del gobierno gracias a estas minorías.

Intentar controlar a los medios de comunicación tiene tintes nada democráticos, y si un sesgo totalitario, situación que no es propia de una democracia consolidada como es la española, al menos yo lo pensaba. Es que el líder de los socialistas cree tener la sartén -de momento es así- por el mango también llamada llama publicidad institucional, subvenciones, y cualquier otro nombre que se le quiera dar.  

Para ello pretende reformar la Ley de publicidad institucional con el objetivo según el mismo explicaba, de “limitar” el dinero que las administraciones públicas -ya se mete también en otras administraciones-destinan a los medios. Para que, no tengan más financiación pública que lectores y recalcó que no haya partidos que compren la línea editorial con el dinero de todos. Y además el presidente ha pedido más trasparencia en los datos de medición de audiencias. ¿Lo dicen por los medios grandes?, porque los ”pequeños” no disponen de dinero suficiente para comprar tráfico, y además no reciben publicidad del gobierno de España, lo que quiere decir que están discriminados. ¿Trasparencia en la distribución de publicidad?.Pues no estaría nada mal.

En su afán de presentar esa regeneración- de los medios- quiere saber, en aras a la trasparencia, quienes son los propietarios de los medios, cuando el gobierno conoce perfectamente el nombre de propiedad de cada uno de ellos. Haciendo sembrar la duda sobre los mismos con esta sola afirmación.

La utilización moderna de "pseudo" es algo que se puede aplicar: al gobierno, a la llamada clase política, donde también existen pseudopolíticos, pseudodiputados, pseudosecretarios, pseudopartidos que no suelen cumplir ni con su programa electoral ni con las promesas que han venido realizando durante la campaña electoral. En estas situaciones sus votantes no tienen derecho nada más que al pataleo, los políticos mienten y no ocurre nada. ¿Quién les pide responsabilidad entonces? Pues debe ser a Rita la Cantaora. Y, aun así, ¿hay solo hay pseudomedios? Decía el Filosofo y estadista británico Sir Francis Bacon que “En materia de gobierno todo cambio es sospechoso, aunque sea para mejorar".

Todo lo que está ocurriendo es un sinsentido, democrático: hay que dejar trabajar a los medios y los que publiquen una información que no es cierta, ahí estás las leyes para que la justicia juzgue el hecho y aplique la misma.  Con esta decisión de “su regeneración democrática" se han producido opiniones para todos los gustos, a favor y en contra.  La más sensata la del nuevo lehendakari Imanol Pradales que manifestaba “la regeneración democrática tiene más que ver con los valores democráticos y éticos que con el control de los medios”. Una opinión de alguien que tiene la sensatez y la ética como referentes.

Por cierto, hablando de pseudos, ahí podremos encontrar al secretario de Estado de Comunicación, cuya formación académica no tiene nada que ver con la profesión periodística. Lo malo del asunto es que tampoco quiere aprender y no siente ninguna simpatía por los medios “pequeños”, a los que ni recibe, ni escucha sus propuestas que en más de una ocasión han querido plantearle. Y eso que tiene un buen número de “periodistas” en el gabinete para poder despachar con ellos y no marginarlos. Eso sí, la vicepresidenta del gobierno Maria Jesús Montero, en unas declaraciones, ahondando en la propuesta de su jefe afirmaba que se debe tener en cuenta para la medición de las audiencias, el impacto de las noticias en redes sociales, el tiempo de permanencia de los lectores, el retuiteo. Alguien dijo que “las instituciones pasan por tres periodos: el del servicio, el de los privilegios y el del abuso”.

Muchos acusan a Sánchez de tener intereses personales para sacar adelante la propuesta, es posible que sea así, lo que significa que tanto él, como el propio partido socialista se están equivocando mucho. Hay problemas más importantes que meterse ahora en ese charco, no es propio de un partido con la tradición del PSOE al que muchos millones de personas lo han identificado con la tolerancia, no con el autoritarismo. Si consigue llevar adelante la propuesta a Pedro Sánchez se le recordará, en el mundo de los medios, como en su día a Fraga por la famosa ley que popularmente se la bautizó como la Ley Fraga que tenía mucho que ver con el control de los medios. ¿Le suena, presidente Sánchez?

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