Illa presidente de Catalunya y Puigdemont huye, miente y no entra en la jaula

La situación ha sido esperpéntica, digna de una obra de Valle Inclán

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El presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa
El president de la Generalitat, Salvador Illa

 

Este 8 de agosto será un día que no se olvidará en Catalunya,- también en el resto de España-, en la sesión de investidura del candidato Salvador Illa. Al final, el líder socialista ha sido investido presidente de la Generalitat de Catalunya con el apoyo del PSC, ERC y los Comunes, que han sumado 68 votos a favor, que representan la mayoría absoluta. Mientras que los votos en contra, 66, han venido de Junts, PP, Vox ,la CUP y Alianza Catalana.

Todos los días anteriores a esta jornada de investidura han venido precedidos de las declaraciones, día sí y otro también, de Puigdemont, y después anunciaba que ya estaba camino de Catalunya- seguro que ya llevaba varios días en Catalunya-.  En su llegada, ha subido al escenario acompañado de su abogado Gonzalo Boye y Jordi Turull, donde durante tres minutos ha soltado su arenga, luego ha bajado precipitadamente y solo se le ha visto un instante para después desaparecer por arte de magia de los que le cubrían.

Puigdemont, que se le veía visiblemente nervioso, sin dar apretones de manos a los asistentes al acto, desaparecía del grupo de manifestantes que se  dirigieron hacia la entrada del parque de la Ciudadela, donde está ubicado el Parlament de Catalunya, que estaba blindado por los Mossos d’Esquadra. Allí la expectación era máxima para ver si Puigdemont finalmente intentaría entrar en el recinto. La tensión iba creciendo, los minutos pasaban y a las 9 en punto, como estaba marcado, el presidente de la segunda institución de Catalunya anunciaba que se iniciaba la sesión de investidura. El ex presidente no había ocupado su asiento.

El reloj seguía marcando el tiempo, el suficiente para darse cuenta que Puigdemont se había marchado de Barcelona, posiblemente en un maletero del coche, como hizo la primera vez y había incumplido, como tantas otras veces, lo que había prometido. Se marchó, no fue a la sesión de investidura y encima ha dejado en ridículo a los Mossos d’Esquadra. Una jugada perfecta que ha hecho las delicias de algunos diputados de Junts, que afirmaban que por dos veces se había escapado. Lo que quiere decir que le importa tres pepinos poner en ridículo a la policía catalana y dejar a las instituciones de su país siendo el hazmerreir de todos. y copando titulares en los medios internacionales. Esa era su estrategia, montar el número y después, con una cobardía tan evidente, dejarlos a todos con tres palmos de nariz.

Muchas son las preguntas que suscita la huida de Puigdemont: ¿Por qué no lo han detenido antes de subir al escenario? Algunos dirán que por las 10.000 personas, según la Guardia Urbana, No obstante hay fotos que demuestran que recorrió una calle donde estaba aparcado el coche, hasta llegar al punto de concentración, y podían haberlo interceptado. Tampoco lo hicieron cuando salió de la concentración ¿Estaba pactada su intervención pública y después se entregaba? ¿Está todo acordado y ha sido la presencia y ausencia de Puigdemont todo un montaje? Lo que sí está claro es que la situación ha sido esperpéntica, digna de una obra de Valle Inclán. Como era de esperar la frase favorita del huido ha sido: “lo volveremos hacer”. La aplica también a su compromiso con la mentira de la que se ha hecho compañera inseparable.

Ante ese panorama, ¿qué espera Puigdemont? Seguir tocándole las narices a Pedro Sánchez a través de su grupo parlamentario en el Congreso, no dándole soporte a sus iniciativas, incluidos los presupuestos generales. Mientras que en Catalunya su grupo hará lo mismo con Salvador Illa, el flamante presidente socialista cuyo partido vuelve al gobierno después de 14 años: primer presidente Pascual Maragall, después José Montilla.. 

La pregunta es: ¿Seguirá confiando el votante independentista en Puigdemont?. Eso de humillar lo lleva muy bien el ex president. 


 

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