¡Merci París!
Durante dos horas y media, los deportistas fueron los protagonistas de la fiesta olímpica donde no tenían que competir
Los Juegos Olímpicos París 2024 llegaban a su fin este domingo, en el majestuoso Estadio de Francia, donde el broche de oro, la clausura del gran acontecimiento deportivo mundial que representan las olimpiadas, fue todo un espectáculo brillantemente desarrollado durante dos horas y media en las que millones de personas pudieron disfrutar delante del televisor. del espectáculo. Otros, los que estuvieron presencialmente viviendo elel evento que realmente fue brillante, solo comparado con el vivido en Barcelona 92, que aún se recuerda como el mejor hasta la fecha.
Durante dos horas y media, los deportistas fueron los protagonistas de la fiesta olímpica donde no tenían que competir, sino compartir los minutos de gloria sin sacrificios, algo que les ofrecieron como colofón a unos días frenéticos que algunos vieron recompensados con una de las tres medallas que estaban en juego. Los que las consiguieron, las lucían colgadas de sus cuellos, mostrándolas orgullosos ante las cámaras que recogían . Los que no la habían logrado, no estaban tristes, disfrutaban del momento porque como dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional, el Barón Pierre de Coubertin, en la clausura de los Juegos Olímpicos de 1908 en Londres: “Lo importante no es ganar, sino participar”. Una frase que ha pasado a la historia y que define muy bien el espíritu olímpico. Es un privilegio el haber estado compitiendo, conocer a sus compañeros, compartir unos días, y darse cuenta que el deporte sirve para unir a las personas, sin tener en cuenta su condición o el lugar de procedencia.
La verdad es que es de reseñar que la organización ha sido buena, que la seguridad puede considerarse como excelente ante los temores de un posible atentado y que el protagonismo institucional muy discreto.
La puesta en escena del espectáculo de clausura, si hay que puntuarles, es de 10, donde la música ocupó un lugar importante en la ceremonia. Angele Kavinsky, Air e incluso Phoenix dieron espectáculo en el escenario, rodeados de los miles de atletas que se quedaron para la ocasión y que bailaron muy entregados. Incluso Thomas Mars, el cantante del popular grupo francés terminó su canción “1901” levantado por los más entusiastas.
La bandera Olímpica fue entregada por la alcaldesa de París a la alcaldesa de Los Ángeles, sede de los próximos juegos en el 2028. Un acto emotivo, que fue complementando con la sorpresa de la noche: el actor Tom Cruise como en una de sus películas de Misión Imposible, baja al césped del estadio descolgándose desde el tejado del estadio para, tras recorrer unos metros, saludar a la alcaldesa parisina a la de los Angeles, recoger la bandera, y en su clásica moto de película recorrer las calles de la ciudad de la luz para entrar en un avión que le llevaría hasta Los Ángeles, donde dejaría la insignia olímpica. Todo transcurrió como si de una película se tratara.
París no ha defraudado, lo mismo que los participantes en sus distintas competiciones. Han sido 16 días intensos, competitivos, duros para los atletas, ilusionantes para el público y todo un récord de espectadores televisivos. Los juegos han vuelto a conectar a la gente, con el deporte y el deporte con los valores que representa el deporte, que es capaz de entusiasmar a quienes lo practican con los que los disfrutan viéndolo. Paris bien vale ser llamada la ciudad de la luz. Todo un ejemplo del buen hacer, Merci, Paris
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