María Jesús Montero, una vicepresidenta que no es la Carmen de España
A algunas personas las altas temperaturas les hacen decir una gran tanda de sandeces, muchas de las cuales son mentira
La gente está esperando la época estival para disfrutar de sus vacaciones. Dependiendo de la disponibilidad económica podrán elegir un lugar u otro. Los que no pueden se quedan en sus casas imaginando lo que harían si dispusieran de un poco del vil metal que les permitiera cambiar de aires unos pocos días. Es que el dinero lo puede casi todo, especialmente cubrir las necesidades de las personas y comprar voluntades.
Cada año, el calor se apodera de las ciudades y pueblos y hace que las temperaturas suban bastantes grados. Dicen que son los efectos del cambio climático causado por las personas. El calor, vuelve irascible a quienes lo sufren de manera continua, aunque tampoco se escapan los que tienen más posibles, más poder, pero lo mitigan mejor.
A algunas personas las altas temperaturas les hacen decir una gran tanda de sandeces, muchas de las cuales son mentira. Quizás porque el calor les nubla la vista, la memoria y se olvidan de lo que han dicho no hace demasiado tiempo. Tal vez las altas temperaturas les hagan decir lo contrario de lo manifestado anteriormente.
Uno de los casos - no es el único- más evidente de la afectación de los calores, es el de la vicepresidenta del Gobierno María Jesús Montero, una sevillana como muchos aspavientos que si en un primer momento parecía que estaba bien considerada en el gobierno de Pedro Sánchez, persona de confianza del presidente por sus aplausos desmesurados a cualquier intervención de su jefe, lo que se podría definir como “la pelota del grupo”, su incontinencia verbal, le ha jugado, y le seguirá jugando, malas pasadas. La obstinación interesada de opinar sobre cualquier situación le lleva a cometer errores de vuelto: un día dice una cosa, defendiéndose con la vehemencia que la caracteriza, y cuando su jefe cambia de opinión, le toca defender lo contrario. Lo lleva a cabo con una tranquilidad que levanta de sus asientos hasta a los más tranquilos.” Toda mentira de importancia necesita de un detalle circunstancial para ser creída”, decía Prosper Mérimée, el escritor francés autor de la novela Carmen, que sería inmortalizada en la ópera del mismo nombre cuya música compuso Georges Bizet. El problema de la vicepresidenta es que no cuenta ningún detalle que sustente su cambio de opinión. Montero no es la Carmen de Mérimée, ni tampoco la Carmen de España.
A lo largo de su presencia en el gobierno de España, sus declaraciones sobre los temas han ido cambiando.
En el año 2021,declaraba que “como este Gobierno respeta y defiende la Constitución, no va a haber ni amnistía ni referéndum de autodeterminación”. O la más reciente en la que afirmaba que no habría financiación especial para Catalunya, y ahora es la mayor defensora de que Catalunya tenga una financiación especial, aunque niega que sea un concierto económico. Es la mayor defensora del tema con tal de ser la máxima defensora de las medidas de su jefe.
El problema de Montero no lo tienen solo en la calle, sino en su propio partido, en Andalucía, donde muchos de sus compañeros no comparten sus últimas actuaciones, ni su presencia en la toma de posesión del Salvador Illa como presidente de la Generalitat de Catalunya. Una bofetada a sus votantes y compañeros que no ha gustado nada. Es más, si pensaba ser la cabeza visible de los socialistas andaluces y aspirar a ser cabeza de lista en las próximas elecciones andaluzas, se puede ir olvidando, no la quieren. No se puede decir una cosa y después la contraria, porque hay una cosa que se llama credibilidad, que cuesta mucho ganarla y muy poco tiempo en perderla.
María Jesús Montero, una sevillana en el reino de Pedro Sánchez que hace más de palmera que de política… y no son los efectos del calor que le ha afectado las meninges.
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