Democracias en retroceso

"Tengo sobre la mesa el informe que anualmente elabora la organización intergubernamental IDEA Internacional, con sede en Estocolmo, sobre la situación de las democracias en el mundo. Para ello, han analizado 173 países y, en pocas palabras, "el panorama es sombrío", según el secretario general de la entidad"

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Tengo sobre la mesa el informe que anualmente elabora la organización intergubernamental IDEA Internacional, con sede en Estocolmo, sobre la situación de las democracias en el mundo. Para ello, han analizado 173 países y, en pocas palabras, "el panorama es sombrío", según el secretario general de la entidad, Kevin Casas Zamora.

Según ese estudio, Oriente Próximo es "la región más autoritaria del mundo, marcada por la centralización personalizada del poder". Allí, las prácticas represivas y las grandes desigualdades, tanto económicas como sociales, son habituales. Bahréin, Irán, Irak, Arabia Saudí, Siria o Yemen tienen el dudoso honor de estar en la cola del ranking de los países menos democráticos.

En América Latina se produce una aparente contradicción porque, mientras algunos países han padecido retrocesos democráticos significativos, como es el caso de Nicaragua, Haití o Venezuela, otros sufren fuertes procesos de militarización, como El Salvador, Guatemala, Honduras o Perú. Sin embargo, encontramos situaciones como las de Chile, Uruguay o Costa Rica, que gozan de sistemas políticos homologables a democracias parlamentarias consolidadas.

Por otro lado, llama poderosamente la atención la caída de la "calidad democrática" en EE. UU. debido al impacto del racismo estructural y la discriminación en términos de igualdad política. Además, la proliferación de legislaciones estatales contra el derecho al aborto puede "afectar al resultado del país en materia de igualdad de género", indica el informe.

Si observamos el continente africano, el nivel medio de democracia se mantiene "relativamente estable", con excepciones notables debido a los golpes de Estado ocurridos en Malí, Burkina Faso o Níger. También es importante considerar los conflictos civiles en Etiopía o Sudán, que "han puesto de relieve los retos para la consolidación democrática", según el informe. También se deben mencionar situaciones como la de Túnez, donde el presidente Kai Said suspendió el Parlamento en 2021 para gobernar por decreto. 

En África, los conflictos y la inseguridad siguen amenazando la democracia y los derechos humanos. Además, las carencias económicas y la falta de cobertura de necesidades básicas generan desconfianza en las instituciones. No obstante, se han registrado progresos en la lucha contra la corrupción, con mejoras significativas en países como Angola, Burundi y Sudán (a pesar de estar inmerso en una cruenta guerra civil), aunque también se han producido retrocesos en otras áreas indicativas de la salud democrática. La participación se revela como "un área de fortaleza en todo el continente", con países como Senegal, Ghana, Kenia, Sudáfrica o Zambia entre los 50 primeros a nivel mundial, frente a caídas significativas en Túnez o Burkina Faso.

El estudio señala un "amplio declive democrático" en la región de Asia y Pacífico. En los factores relacionados con las libertades civiles, como la libertad de expresión o de asociación, se observa una tendencia descendente de varios años, con una media regional "muy por debajo de la mundial". La mayoría de los países de la región siguen por debajo de la media global en todas las categorías salvo participación, con mejoras en el Estado de derecho en países como Maldivas, Taiwán y Uzbekistán, y en representación en Malasia, Maldivas y Tailandia, lo que resulta prometedor. Sin embargo, Myanmar y Afganistán han caído de forma pronunciada en todas las categorías debido a la guerra civil y al colapso del Estado.

La India está estancada en un nivel medio en representación, con un cierto declive en los últimos cinco años, similar a la credibilidad de sus procesos electorales. Un área que "sigue preocupando" es la de las libertades civiles, en la que India, Maldivas, Filipinas y Sri Lanka han registrado descensos significativos en los últimos años, al igual que Afganistán y China, que ya se encuentran en niveles muy bajos. La igualdad de género ha experimentado cambios limitados en toda la región, con descensos importantes en Afganistán (bajo control talibán) y Kirguistán. Australia, Nueva Zelanda y Taiwán siguen siendo los países de la región con mejores resultados en este apartado, mientras que la gran mayoría de los demás países se sitúan en un nivel medio.

Europa domina los 20 primeros puestos de la clasificación mundial, pero hay importantes variaciones subregionales. En 2022, se produjo un deterioro en las puntuaciones de Austria, Luxemburgo, los Países Bajos, Alemania, Portugal y el Reino Unido. Estos descensos han afectado varios indicadores relacionados con el Estado de derecho y la libertad de prensa. Aunque estos países siguen obteniendo buenos resultados en la mayoría de los factores, los descensos ponen de relieve la importancia de una vigilancia constante para garantizar el futuro de la democracia, señala IDEA Internacional.

La "no democrática" Turquía es una excepción en la zona, y en el este, los regímenes autoritarios de Azerbaiyán, Bielorrusia y Rusia se sitúan muy por debajo de la media europea en la mayoría de los indicadores, en contraste con el prometedor crecimiento democrático de países como Armenia y Moldavia, y las notables mejoras en Bulgaria, Chequia, Kosovo, Letonia, Lituania, Macedonia del Norte, Rumanía, Eslovaquia y especialmente Eslovenia.

Me han parecido de especial relevancia las recomendaciones que se hacen en el informe para incentivar y mantener las democracias. Algunas de ellas son: tomar acciones de defensa de los procesos electorales —"no son un privilegio, sino un derecho"—; los parlamentos "deben aumentar las oportunidades de participación pública y la transparencia"; los gobiernos deben consultar con los poderes judiciales para crear mecanismos que permitan denunciar y sancionar los actos que atenten contra la integridad judicial, contrarrestar el continuo y grave deterioro de las libertades de expresión, asociación y reunión, y defender la labor de los medios de comunicación y la sociedad civil.

Cuestiones, en realidad, tan elementales que quizás por eso las obviamos. Y no deberíamos olvidar que ni la libertad ni la democracia caen del cielo, hay que luchar y ganarlas cada día. No nos olvidemos.

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