La soledad no deseada y “los estafadores del amor” en pleno siglo XXI
Las cifras son frías, pero hacen referencia a personas que sienten, que piensan, que intentan vivir y que se ven solas
Cada vez la sociedad cuenta con más elementos, herramientas de comunicación - nuevas tecnologías- mediante las cuales tiene la capacidad de comunicarse. Eso en principio puede parecer que es bueno, aunque como en todo, tiene sus inconvenientes cuando los sinvergüenzas, los sin escrúpulos, se aprovechan de ello para sacar provecho, hacer daño a las buenas personas y vulnerables.
En los tiempos actuales se ha avanzado mucho en nuevas tecnologías, en vías de comunicación, en medicina y tantas y tantas cosas que resulta imposible enumerarlas todas. Sin embargo, en otras seguimos igual, o peor: la soledad no deseada que afecta a una de cada cuatro personas, unos datos muy significativa que debería alarmarnos. Las cifras son frías, pero hacen referencia a personas que sienten, que piensan, que intentan vivir y que se ven solas, en muchos casos olvidadas por la propia familia, los amigos , los vecinos y las instituciones
Al hablar de soledad nos referimos a la no deseada, la sobrevenida. La otra es la que, en algún momento, o en muchos, hay gente que la quiere, la necesita, a sabiendas de que después volverán a su ritmo de vida de siempre y en más de una ocasión se utiliza la frase “más vale solo que mal acompañado”, como una disculpa. Esa situación es querida, necesaria, la otra es una peste, una losa que hunde a quien la sufre, alejándola del derecho que tiene a formar parte de la sociedad quiere sentirse que alguien se preocupa de ellos. “La soledad es la única cosa que encuentras cuando no la buscas”, dijo alguien.
Cada persona es un mundo, dicen, y cada mundo es una historia que no siempre se conoce. En ese mundo unipersonal hay hombres , mujeres, que son "presas" de los sinvergüenzas, ladrones de sentimientos que los acecha en esa soledad no deseada. Esos ladrones se aprovechan de la vulnerabilidad, de la falta de estima para estafarlas de la peor manera posible: conquistándolas como si fueran galanes de cine. Así se están realizando los nuevos engaños a los que se le ha puesto nombre: el romance scam o ,en lenguaje que se entienda, los estafadores del amor que se prodigan a través de las redes sociales., y como es bien fácil adoptar una personalidad, la que se quiera, el embrollo resulta “más creíble”, porque no se muestra la verdadera cara de los delincuentes
En este escenario, la Guardia Civil ha detenido a varios individuos pertenecientes a una trama que habían estafado a dos mujeres 325.000 euros haciéndose pasar, uno de ellos, por Brad Pitt. El impostor camelaba a las dos mujeres con mensajes que las hacían creer que estaba enamorado de ellas. Cuando ya consideraba que se habían creído el engaño, les pedía dinero para un proyecto. Las mujeres habían caído con una ingenuidad propia de una persona que está sola y que tiene falta de estima, de cariño. Una vez conseguido el dinero, pues, lo siguiente es desaparecer, dejar a esas mujeres en la más triste de las ruinas, con el corazón roto, y con la moral por los suelos.
Las estafas amorosas no son solo un tema de las mujeres que son “muy románticas”. Los hombres , especialmente mayores, están siendo objeto también de estafas amorosas. La diferencia es que suelen ser en vivo y en directo, de manera presencial, aunque también, en menor medida, se dan en las redes sociales. Porque dicen que “estar solo es ser diferente, ser diferente es estar solo”. A quien corresponda, creo que, a toda la sociedad, pero también a los que gobiernan, les incumbe estar atentos a esta pandemia que es la soledad no deseada de las personas mayores, pero también afecta a otros sectores de la sociedad que se dice moderna. La solidaridad, el estar atentos a esas personas que viven permanentemente en la soledad de sus casas , que son vulnerables, que se siente solas . No se puede pasar de ellas porque no nos compete. Craso error, la sociedad tiene la obligación de preocuparse de ellas: las que viven al lado, en su edificio, en su barrio. La dignidad es cosa de todos, para eso, dicen que los humanos somos personas ¿O quizás no?
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