Pedro Sánchez, Isabel Díaz Ayuso, el Johnnie Walker y el Real Madrid
Ella va a piñón fijo, empujada por el Johnnie Walker de su jefe de gabinete, que ya se sabe que “cuando el trago hace cosquillas, afloja lengua y rodillas”
Se dice que un político se conoce, también, por las personas de las que se rodea: otros políticos o gentes de confianza, es decir, los equipos que le arropan en su trayectoria. La discreción, la prudencia, los conocimientos y la honestidad deben ser las cualidades que adornen a los integrantes del equipo. Otra, la lealtad de decirle al “jefe” lo que hacen mal sin miedo a perder su puesto de trabajo, y no el pasarle el cepillo. Eso solo debe hacerse cuando la caspa, o algún que otro cabello, se haya posado en la chaqueta. La teoría, como siempre, no se sale del papel, pero la práctica no suele acompañarla, la hace desaparecer en beneficio del que la práctica, que son bastantes.
Alguien afirma que cada uno tiene lo que se busca, refrán popular con mucho sentido y se puede aplicar en estos tiempos - en otros también–.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, periodista por cierto, y heredera de las políticas de Esperanza Aguirre, fue en su día la gran amiga y compañera de Pablo Casado, quien la propuso para ser la candidata en las elecciones de la comunidad. Hasta aquí, todo normal. La cosa se complica cuando elige para su equipo, entre otros, a Miguel Angel Rodriguez como jefe de gabinete. Rodriguez, un conocido del PP, es todo un personaje embriagado de ego, maleducado, prepotente y liante. Es la persona que marca la estrategia de la presidenta y, en algunas ocasiones, cuando está sobrio es ingenioso. En días de” lluvias”, se enzarza en buscar maldades contra los socialistas porque gobiernan, le pasa el guión a Ayuso y esta monta un cristo de narices. Verborrea tiene Ayuso, mala leche también, y solo ve la paja en el ojo ajeno y no en el suyo.
Es que Ayuso, que ganó las últimas elecciones con mayoría absoluta, cree que tiene el derecho de una vez conseguida la presidencia de la Comunidad de Madrid, ya le toca llegar a Moncloa. Eso de las lealtades no va con ella, si no que se lo pregunten a su ya “excompañero” Casado, que hasta que no consiguió echarlo de Génova no paró. Ahora, sigue el mismo camino: conseguir que se vaya Feijóo a su Galicia natal y quedarse como la reina pepera en su partido y candidata al gobierno de España. Para conseguir sus objetivos es como la gota malaya: no le importa llevar otra estrategia diferente a su jefe, ni tener criterios divergentes a la línea de la calle Génova. Ella va a piñón fijo, empujada por el Johnnie Walker de su jefe de gabinete, que ya se sabe que “cuando el trago hace cosquillas, afloja lengua y rodillas”.
Ayuso, cuyo lema en su campaña era “comunismo o libertad”, como si no hubiera nada más en el panorama político, lleva desde el 2019 en una declaración de guerra con el habitante de Moncloa, que no ha dejado ni en vacaciones. Es más, amenaza a Sánchez de no refrenarse más - ¿lo ha hecho alguna vez?- y que “ningún ataque se va a quedar sin respuesta”. Y como no tenía suficiente, Ayuso/Rodriguez tildaba al presidente del Gobierno de “mafioso, estalinista, tirano y caradura”. Un respeto y una prudencia digna de los filósofos griegos, o es que quizás la presidenta se parece más a Nerón y quiere incendiar no sólo Madrid, sino toda España. Ya lo decía Fulton J. Sheen, arzobispo católico estadounidense: ”La arrogancia es la manifestación de la debilidad, el miedo secreto hacia los rivales”.
El presidente Sánchez ha pedido la dimisión de Ayuso, cosa que no hará y en este contexto de guerra de guerrillas, está la visita pendiente de Ayuso a Moncloa, dentro de la ronda de reuniones que está manteniendo el jefe del Gobierno. Ya lo había anunciado Ayuso: si no hay orden del día, no irá a la reunión, más ahora que las cosas están calentitas y que a chula no le gana nadie a la presidenta, buena es ella. Como se está apreciando, eso del respeto institucional, la prudencia y porque no, la buena educación, se está comprobando que son materias muy superadas, Dicen que “el respeto no se impone, se gana con ejemplos”. Ya lo decía el filósofo, poeta alemán Goethe: “Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano”. ¿Alguna vez sacarán la bandera blanca, aunque ésta lleve el escudo de Real Madrid para sellar la paz y dejar de dar espectáculos?
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