De entre los muertos, Sánchez Gatell

Nuevo artículo de opinión de Miquel Escudero

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Unnamed (1)

 

El sueño de la razón produce monstruos es el impresionante título de un aguafuerte de Goya que forma parte de sus ochenta ‘Caprichos’. ‘Cuando los hombres no oyen el grito de la razón, todo se vuelve visiones’. ‘La fantasía abandonada de la razón produce monstruos, y unida con ella es la madre de las artes’. Esta composición la hizo Goya culminado el Reinado del Terror que se derivó de la Revolución francesa.

Leo un libro especial y reciente: El huevo de la serpiente. El nido de ETA en Madrid (Betagarri Liburuak). Eduardo Sánchez Gatell, su autor, especifica que el sueño de la razón revolucionaria produce monstruos. ¿Quién es este hombre? Es un valenciano que de niño se trasladó con su familia a Madrid, donde hoy reside. No ha cumplido aún los setenta años de edad y, según nos cuenta, sufrió una politización precoz a los catorce años. No tardó en empezar a leer con entusiasmo muchos libros sobre marxismo, pero sin sentido crítico. Y pasó “de creer que lo estaba dando todo por una causa justa, a estar atrapado en una locura terrible e injusta”. Como explica en el prólogo el historiador Gaizka Fernández Soldevilla (uno de los dos autores de Dinamita, tuercas y mentiras, libro con el que éste se complementa), el chico fue adoctrinado y reclutado por una amiga de sus padres: Eva Forest le utilizó como cómplice de su red de apoyo a ETA tejida en Madrid. Eduardo bordeó el terrorismo, pero no cruzó la línea invisible.

En el verano de 1973 tenía 18 años y Forest le propuso incorporarse a un grupo de extrema izquierda. Entre los encargos que le hizo, uno fue elaborar un manual de explosivos, que no hizo. También que le robase el arma a algún policía, lo que no hizo, aunque lo intentó. Asimismo, debía guardar pistolas. “Yo era suyo y tenía que evitar que me desviara de su camino”. Siempre apabullante, les hablaba de ETA como algo propio y la incorporaba “en nuestro ideario”. En septiembre de aquel año, Argala (para ellos era ‘el Moro’) se mostró contento por el golpe de Pinochet por el que se comprobaba que era imposible una vía pacífica al socialismo y demostraba que Allende era un ingenuo. La violencia era el criterio básico a desarrollar como fuese.

En diciembre de aquel año, bajo la decisiva intervención de Forest (la jefa de ETA en Madrid), Carrero fue asesinado. No habían pasado diez meses cuando ETA cometió el atentado indiscriminado de la cafetería Rolando de la calle del Correo (junto a la Dirección General de Seguridad), ocurrido en Madrid el viernes 13 de septiembre de 1974; se acaba de cumplir medio siglo. Resultaron muertas 13 personas (sólo una de ellas era policía) y hubo más de setenta heridos. Forest señaló el blanco, organizó el atentado, proporcionó estructura al comando y lo condujo con explosivos en su coche a la cafetería, los recogió al salir y los escondió. Lo que pretendían era provocar una desquiciada reacción del régimen de Franco y entrar en una dinámica de acción-reacción-acción. Entre los suyos, Forest definió aquella matanza como “el acto revolucionario más importante desde la Guerra Civil”; “les hemos dado duro. En el corazón del Régimen”. Los etarras no reconocieron su autoría hasta 2018, con motivo de la disolución de la banda terrorista. Forest mintió lo que quiso, alimentando calumnias, bulos y falsedades.  y delató a los miembros de su red para preservar así a los autores materiales que salieron de rositas.

El joven Sánchez Gatell pasó casi año y medio en la cárcel, de la que salió en enero de 1976 con veinte años de edad y debido al indulto dado tras ser coronado Juan Carlos I. En este libro da cuenta de las torturas físicas que se le infligió, pero también psicológicas: se le dijo que iba a ser condenado a muerte. Sufrió una auténtica pesadilla. Su compañero de cárcel Eliseo Bayo -subraya con vehemencia lógica Gatell- le salvó del ‘total abatimiento’. La experiencia de saberse entregado y abandonado le destapó la realidad manipulada y despersonalizada que había vivido tras ser captado.

“Salir de la cárcel no es fácil, es un trago. Abrazas a los compañeros, ellos contentos, tú con los ojos empañados. No puedes ocultar tu inmensa alegría y no puedes exhibirlo… y, sin embargo, los que se quedan te obligan a hacerlo. Nadie que no haya pasado por estas circunstancias puede aprehenderlo del todo. Sólo la vivencia permite abarcarlo”.

Eduardo Sánchez Gatell dedica este libro a las víctimas de los terrorismos, consciente de que el 99 por ciento de los heridos de ETA y el 95 por ciento de los asesinados por la banda terrorista se dio en democracia. Se puede dar por bueno algo que publicó un boletín etarra el año 1965: “la dictadura del General Franco está siendo para nuestro pueblo infinitamente más positiva que una República democrático-burguesa”. Acción-Reacción-Acción.

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