¿Que tienen en común Carles Puigdemont y Pablo Iglesias?

Quienes se escudan en la ausencia de memoria, lo que realmente demuestran es una falta de ética tan exagerada que hasta pueden tapar el Sol

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Carles Puigdemont y Pablo Iglesias

 

Decía el poeta y dramaturgo francés Pierre Corneille, allá por el siglo XVII, que “hay que tener buena memoria después de haber mentido”. Algunos, además de “carecer” voluntariamente de esa capacidad mental, creen que los demás padecen de esta carencia, actitud que ofende a la inteligencia

Quienes se escudan en la ausencia de memoria, lo que realmente demuestran es una falta de ética tan exagerada que hasta pueden tapar el Sol. Todos los sectores de la sociedad cuentan con algún pillo o, mejor dicho, con un mentiroso convulsivo que se les ve venir por mucho que traten de ocultarlo. En este momento, hay unos cuantos. Ahora vamos a dar dos  ejemplos que se tocan como los extremos y que responden a la pregunta ¿Qué tienen en común Carles Puigdemont y Pablo Iglesias? Pues que Iglesias, el candidato de Unidas Podemos a la presidencia de la Comunidad de Madrid, anunciaba que abandonaba todos los cargos institucionales en política. Es más, añadía que dejaba la política de partido e institucional,  dejaba “claro” que seguiría comprometido con su país, Para más recochineo, apostillaba: “No quiero ser un tapón para la renovación de liderazgo que se tienen que producir en Podemos”. La renunciaba se producía en el año 2021, y de eso solo han pasado tres años

A casi todos, la decisión de Iglesias les cogió de improviso y algunos exclamaron que era una pérdida importante en la política. Esta que escribe no se lo creyó, era un pequeño paréntesis. No me equivocaba. El “dimitido” dejó a su mujer, Irene Montero, y a su amiga Belarra al frente del partido. También a su otra amiga, Verstrynge - que por cierto dimitió al poco tiempo cansado de la actitud contra ella de las dos susodicha-s. Belarra y Montero han sido y siguen siendo, por desgracia para el feminismo, dos marionetas en manos de su mentor, que desde dentro y fuera les ha marcado el camino. Un destino bueno, por cierto, para ellas dos; una diputada en el Congreso y la otra Eurodiputada en el Parlamento Europeo, donde sigue haciendo populismo barato y aceptando las normas que le obligan a quitarse símbolos cuando está en las instalaciones. Montero piensa que está en la Carrera de San Jerónimo y Europa es otra cosa.

El que dejó la política se ha colocado en medios de comunicación como tertuliano - mejor dicho, como predicador- y sus relaciones con el gobierno socialista le han llevado a la televisión pública, TVE. Ahora Pablo Iglesias, que no tiene cargo institucional ni político, está negociando con el ministro Bolaños la composición del Consejo de Administración de RTVE, previa a que el gobierno aprobara vía decreto la ley de RTVE, para tener mayoría y controlar este órgano. La pregunta es, ¿en calidad de que está negociando Iglesias? ¿No hay personas capacitadas en el partido que puedan realizar esta función? La respuesta a esta última es que no, se las ha cargado a todas y las que quedan no se atreven ni a mirarlo, mucho menos a protestar. La representación de Pablo Iglesias en esta negociación, pero también en otras, es la representación del cacique del cortijo, el autoritarismo de un partido que es la casa grande de Pablo Iglesias. La novedad es que, al parecer, el que se marchó quiere volver a dirigir en primera línea, sin disimulo, el partido. Porque sin él Podemos “no tiene futuro” y el mundo se acaba.

El otro personaje, el expresidente de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, apodado el mentiroso, después de que en la campaña electoral dijera, en varias ocasiones, que se comprometía a abandonar la primera línea política - es decir dejar la política- si no era elegido presidente de la Generalitat, cosa que no han hecho como es manifiesto. También manifestó con esa chulería que le caracteriza que estaría presente en el Parlament  en la toma de posesión de Salvador Illa y no fue. La realidad es que esperaba un recibimiento multitudinario y no fue así; por lo que engañó a los Mossos, ni fue al Parlament y cogió la de Villadiego para no ser detenido.

Ahora Puigdemont, no solo no se aleja de la política, si no que va a volver a la presidencia de Junts, colocando a sus fieles servidores a su lado- Desaloja a su amiga Laura Borras, y la dedocracia disfrazada de votaciones lavará la imagen de un autoritarismo evidente.

¿Que tienen en común Puigdemont e Iglesias? Es muy fácil la respuesta: ninguno de ellos se ha ido de la política, que sus respectivos partidos son su cortijo y que mienten más que engordan sus cuentas bancarias. Escribía Albert Camus que “la libertad consiste, en primer lugar, en no mentir. Allí donde prolifere la mentira, la tiranía se anuncia o se perpetúa”.

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