Trazos y segmentos: alegato de un derecho natural y libertario
A este “alegato”, ya lo sé, le falta la tan trillada igualdad…; pero yo no creo más que en la igualdad de oportunidades y en la meritocracia, todo lo que a eso no se adecúe lo considero injusto
Este “alegato” es libre y natural y lo presento ante los juzgados y tribunales cuyas jurisdicciones entienden de ese derecho, no escrito, que redacta el sentido común y las conciencias particulares y colectivas; derecho natural, que regula tres causas fundamentales: la verdad, la justicia y la libertad.
A este “alegato”, ya lo sé, le falta la tan trillada igualdad…; pero yo no creo más que en la igualdad de oportunidades y en la meritocracia, todo lo que a eso no se adecúe lo considero injusto. Quienes mejor me conocen, o sea mi círculo familiar consanguíneo de primer y segundo grado y algunos de mis mejores amigos, saben que yo no sería capaz de matar una mosca; pero que, por contra, como decía mi abuela, tengo un defecto muy grande; y es que no soy capaz de callar cuando considero que debo hablar, ni bajo el agua. Paradójicamente, me encanta el silencio.
En ese sentido, me confieso, como lo solía hacer cuando era niña en un confesionario de verdad ante un sacerdote, diciendo: “Padre me acuso de decir palabrotas feas por lo bajito, yo sola, sin que me escuchen…”; Sí, esa era mi forma de desahogarme cuando en el colegio me castigaban sin recreo, de rodillas ante la virgen del pasillo, por “protestona” (la “profe” que me vigilaba pensaba que estaba rezando...); yo me sentía una niña muy mala, aunque en el fondo tenía la necesidad de rebelarme…
Pero ya hace mucho que crecí y la experiencia, junto con lo leído, creo que me ha dado conocimiento de causa ajena y propia, sobre todo en derecho natural; ese que me dicta mi conciencia (único juez al que de buen grado obedezco), ya que al derecho positivo no estoy tan segura de que deba llamarle derecho.
Bueno, aun habiendo crecido, sigo siendo la mismo en esencia, poco me han cambiado los años en lo referido a mi “rebeldía”. Cuando creo que algo es injusto o criminal, soy incapaz de callar y no denunciarlo. Se me envenenan las entrañas si no digo lo que pienso y siento, no por mero desahogo, sino como contribución a lo que considero la verdad; porque como decía el Maestro: “La verdad nos hace libres”.
Defiendo la libertad de expresión como una de las más grandes de las libertades, sin ella no somos seres humanos, sino cabezas con un bozal en la boca. No la defiendo para insultar, no la defiendo para mentir, no la defiendo para difamar, no la defiendo para arrimar el ascua a mi sardina, ni para proteger a los servidores del mal; la defiendo para defender aquello que considero justo, aquello que hay que decir para que todos se enteren de qué o quiénes están actuando de manera criminal e injusta.
Sé que lo que yo pueda decir no va a cambiar nada o, si acaso, cambiará sólo una micra de micra en el pensamiento de alguien ajeno a mí; aun así, esa micra de micra es mi granito de arena, lo poco que puedo aportar como fuerza contraria; que, sabiéndose mínima o menos que mínima, trata de combatir lo que considera injusto con la única arma a su alcance: la palabra.
Ya me gustaría tener la fina sátira del gran Quevedo; pero a falta de esa genialidad me atrevo a entresacar de mi diccionario particular estas palabrejas de cosecha propia, menos las dos últimas; para tratar, como decía, de denunciar a mi manera esto que pienso nos está pasando a nivel político-social.
ALEGATO DE DEFINIOCIONES SOBRE LO QUE SIENTO Y PIENSO ANTE LO ESPERPENTICAMENTE INCORRECTO, DIRIGIDO AL TRIBUNAL DE LAS CONCIENCAS:
ECOLODICTAS: Pertenecientes a una dictadura que va contra el ser humano y la protección tradicional del medio ambiente.
FEMIDICTAS: Pertenecientes a una dictadura cuyos poderes se lucran a costa de decir que tratan de empoderar a quienes desprotegen y a veces colaboran en destruir. Asimismo, poder “fáctico-adoctrinador” que inventa sufijos, para los que habrá que crear nuevas vocales, con la única pretensión de dividir y vencer.
SOCIODICTOS: Pertenecientes a una secta dictatopiramidal, cuya base se compone de necios; los distintos estratos medios y superiores de incompetentes y corruptos; culminando su cúspide con el mayor de los psicópatas tramposos.
FANGOBULEROS: Medios de desinformación y manipulación masiva.
SANCHICHULOS: Dícese de los defensores corruptos, del número uno entre los corruptos.
PROGRESAURIOS: Definición exacta de aquellos que se abrogan la posesión de la moral y la ética del progreso, pero que reman en dirección a las antípodas más retrogradas, insolidarias y opresoras del tiempo; son los colaboracionistas de la neoinquisición.
POLICORRETOS: Loros que repiten consignas; bien, para beneficio propio y perjuicio ajeno a sabiendas; o bien, porque, aunque hayan leído mucho, tienen una sola y despistada neurona en la cabeza.
MENTICARIO: Personaje que conspira contra los intereses comunes y mayoritarios, desde los púlpitos de poder, para que ese poder despótico se perpetúe.
CRIMINAL: Dícese de aquel que espera a que le pidan ayuda y, aun pidiéndosela, no la envía a la victima que se está ahogando, cuando él sin esfuerzo podría tirarle un flotador.
HDP: Siglas de expresión calificativa, compuesta de dos palabras unidas por una preposición, que la mayoría pisoteada en el barro utiliza para definir a quien calza el brillante zapato que la pisotea.
Este “alegato”, en forma de extracto léxico-particular, referido a lo social y lo político, de mi personal diccionario, no se presenta por ninguna causa que se tramite en ningún juzgado o tribunal de los de verdad, es sólo mi opinión, mi verdad…; que, por supuesto, como propia no es la verdad absoluta (esa en este mundo no existe). Aun así, la defiendo porque lo considero mi deber. Todos tenemos el deber y el derecho de defender aquello en lo que creemos o aquello que consideramos la verdad.
Este “alegato” es libre y natural y lo presento ante los juzgados y tribunales cuyas jurisdicciones entienden de ese derecho, no escrito, que redacta el sentido común y las conciencias particulares y colectivas; derecho natural, que regula tres causas fundamentales: la verdad, la justicia y la libertad.
A este “alegato”, ya lo sé, le falta la tan trillada igualdad…; pero yo no creo más que en la igualdad de oportunidades y en la meritocracia, todo lo que a eso no se adecúe lo considero injusto.
Gracias a quienes hayan llegado leyendo hasta el final, aunque no compartan lo alegado.
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